: Eric Butterworth
: En el fluir de la vida
: Unity Books
: 9780871597205
: 1
: CHF 9.60
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: Philosophie, Religion
: Spanish
: 154
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
'La vida es una experiencia que fluye, y en cada persona existe una entrada que puede convertirse en una salida para todo lo que hay en Dios'. Con claridad extraordinaria, el legendario escritor de Unity, Eric Butterworth, revela los principios espirituales que transformarán tu vida manteniéndote en su fluir.

CAPÍTULO 1


VIVIR DE ADENTRO HACIA AFUERA


Estás a punto de comenzar una aventura hacia el mundo interno de la mente y el Espíritu. Podría ser el viaje más importante en la conciencia que hayas hecho. Ha de ser edificante. Se supone que sea un reto. También, puedes encontrarlo inquietante.

Si tienes una creencia fija acerca de la realidad de la vida, un conjunto de convicciones hecho “a la medida”, quizás quieras regresarte porque todo punto de vista que tengas será cuestionado. Tu mundo será convulsionado en todo sentido. Mas al final, si continúas hasta que te pongas al día, obtendrás una nueva perspectiva acerca de la vida que te guiará a una nueva experiencia en el vivir.

Se ha dicho que el inicio de la comprensión espiritual es una comprensión correcta del Uno designado como Todopoderoso. Pero en un mundo de tan amplia diversidad, ¿cómo podemos entender la unidad? ¿Cómo podemos descubrir al Uno sin caer en una dualidad que implicados?

Hay muchas definiciones de Dios, pero ninguna es tan profunda como ésta:Dios es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. No es una imagen que pueda dibujarse. De hecho, debes evitar la tendencia de visualizar un ser antropomórfico.

¿Una esfera cuyo centro está en todas partes? ¡Imposible! Pero espera: si el centro está en todas partes, debe estar donde yo estoy. ¿Podría esto ser el significado de la omnipresencia? ¿Un punto de vida y luz presente en todas partes como cada expresión individualizada? Si esto es verdad, entonces yo soy el centro de Dios. Es un pensamiento audaz con un tono sacrílego. Y sin embargo: ¿puede un centro geográfico estar situado en un universo dinámico y en expansión? Cada punto en esta esfera, la cual es Dios, es, consecuentemente, el avance del fluir infinito de la vida.

¿Qué es el Uno a quien llamamos Dios? No es Alguien allá en alguna parte, rigiendo el universo como un propietario ausente. Es elUno, el todo de las cosas, la totalidad de lo cual y en lo cual soyúnico. No importa lo que pueda pensar que soy, ultimadamente soy expresión del fluir delUno.

Soy único y diferente en la superficie. No puede haber otro ser como yo. Sin embargo, no tengo existencia fuera del todo. Mi singularidad no puede ser separada del todo que Dios es. Los griegos decían: “Conócete a ti mismo”. Puedo conocer al Uno cuando me conozco a mí mismo como el vivir del Uno. Mas sólo puedo conocerme realmente a mí mismo cuando sé que estoy “en el fluir de la vida”.

Examinemos las actitudes que prevalecen acerca de esto que llamamos vida. Hay dos puntos de vista básicos: (1) Venimos al mundo como criaturas vacías que avanzan en la vida para ser llenados. Para nosotros la vida en cualquier momento es la suma de lo que nos ha sucedido y de lo que hemos podido acumular en sabiduría, experiencia o cosas. (2) Venimos al mundo como almas vivientes con un potencial infinito para ser descubierto y liberado, porque la vida se vive de lo interno a lo externo.

El primer punto de vista ha predominado a través del tiempo. Cada persona ha sentido en algún grado su condicionamiento, porque es “la sabiduría del mundo”. De manera sutil, pero cierta, hemos sido entrenados a pensar que la vida es una “obtención” de experiencia. Como los monjes budistas, se nos da el equivalente al recipiente de limosna con el cual ir por el mundo para buscar los “regalos de Dios” de parte de nuestros padres, de nuestras escuelas, de nuestra religión y de nuestro trabajo. No importa lo que anhelemos o deseemos, invariablemente mendigamos “allá afuera” por satisfacción. Pablo parecía saber un poco más. En 2 Timoteo 1:6, él escribe: “Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti”.

Søren Kierkegaard, fundador del existencialismo, fue influenciado fuertemente por su visión del “fluir” interno. Él habla de un árabe en el desierto que de repente descubre un manantial en su tienda, el cual proveía un fluir de agua abundante y constante. Y él dice que nosotros tenemos los mismos sentimientos de seguridad y bienestar cuando, después de años de vivir desde lo externo pensando que la felicidad proviene de allá afuera, finalmente nos dirigimos a lo interno y descubrimos la fuente interna. Probablemente es cierto que la mayoría de las personas tratan de vivir de lo externo a lo interno. Para ellas la vida está determinada casi totalmente por lo que les sucede o lo que sucede a su alrededor. Pregúntales: “¿Cómo estás?”, y dudarán en responderte antes de consultar las noticias del día, la actividad bursátil, la predicción del tiempo o chequear de qué humor están sus familiares o sus compañeros de trabajo. Sus vidas están, casi totalmente, dirigidas hacia lo externo. Y se encuentran en el dilema de adaptarse al mundo externo o de pasar la vida oponiéndole resistencia.

La gran Verdad enseñada por los místicos de todos los tiempos es:La vida se vive de lo interno a lo externo. Esto significa que todo el universo está concentrado en el punto donde estás. Todavía más —eres el universo expresándote como tú. Eres su empresa viviente y te respalda por siempre con todos sus recursos. Mas, la plenitud de este apoyo universal surgepor medio de ti y no solamentea ti. El conocimiento más profundo que puedas obtener es que toda tu existencia fluye inexorablemente desde un proceso universal, el cual siempre es de lo interno a lo externo. Cuán difundida y asentada es la creencia de que estamos siempre en competencia con las personas y en conflicto con el mundo a nuestro alrededor. Nuestros temores, nuestro resentimiento, nuestra ira y hasta nuestro dolor suceden, porque sentimos que la inestabilidad de la vida en el mundo es una amenaza para nuestra existencia. Jesús dio la respuesta: “El reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17:21). Éste es un concepto absolutamente sorprendente. Desafortunadamente, pocos han comprendido su implicación, viéndolo como un pago diferido en el recipiente de las limosnas.

¿Qué es este reino místico? Es el foco del universo sobre la humanidad y el fluir del universo en la humanidad. Esto es aclarado inequívocamente cuando Jesús dijo: “A vuestro Padre le ha placido daros el Reino” (Lc. 12:32). En otras palabras, hay un anhelo en el corazón del universo que fluye en todo lo creado y lo perfecciona. Ésta es la base de toda curación, éxito y logro. El reino interno es el plano de la toda potencialidad, toda sustancia, toda vida, todo amor y toda paz. Jesús dijo: “No os angustiéis por vuestra vida, … buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:25, 33). En otras palabras, ve con el fluir y recibirás todo lo que deseas o necesitas.

Éste no es un concepto nuevo en lo absoluto. No era nuevo en el tiempo de Jesús. En el siglo quinto A.C., Heráclito, un filósofo griego, enseñaba que “todo fluye, nada permanece”.1 Y un siglo antes, en la China antigua, Lao-Tse enseñaba que el espíritu humano tiene su fuente en el manantial divino, al cual debe permitírsele fluir libremente por medio del ser humano. Él creía que cualquiera que fluyera “como la vida fluye” ha resuelto el enigma de la existencia humana y no necesita otro poder. Él sentía que cualquier que bloquee el fluir de la acción creativa es malo y todo lo que fluye con el universo es saludable.

Este concepto del “fluir” es el que destaca a Emerson como el ensayista de más influencia en Estados Unidos. Los académicos nunca supieron qué hacer con él. A Emerson no puede tildársele de “religionista” ni “filósofo”, así que se le denomina transcendentalista. Pero como quiera que se le califique, no puede ser ignorado. A continuación una buena razón:

Existe un principio que es la base de las cosas, el cual toda lengua desea decir, y toda acción llevar a cabo, una presencia sencilla, callada, no descrita e indescriptible, que mora pacíficamente en nosotros, nuestro señor legítimo: no tenemos que hacer, sino permitir que haga; ni trabajar sino que se trabaje en nosotros; y para este homenaje hay un consentimiento de todos los seres humanos considerados y justos de todas las edades y condiciones. A este sentimiento pertenecen aumentos de poder grandes y súbitos … Un día debemos tratar con el ser real —esencias con esencias.2

Emerson no pudo entender por qué hacemos de la vida un problema frustrando el fluir del bien. Él dijo: “Nuestra vida podría ser mucho más fácil y sencilla de lo que la hacemos; el mundo podría ser un lugar...