: Félix Lope de Vega y Carpio
: La dama boba
: Linkgua
: 9788498977189
: Teatro
: 1
: CHF 2.70
:
: Dramatik
: Spanish
: 160
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La dama boba relata la historia de Finea, una niña rica que se niega a madurar. Todos a su alrededor la creen tonta. Sin embargo, un día, la supuesta dama boba se enamora de Lorenzo y entonces pone de manifiesto toda su cordura y su sensatez. En esta obra, Lope intenta escenificar una idea filosófica neoplatónica: el amor que educa y refina a las personas. La dama boba pone de manifiesto el papel de la mujer en la sociedad y las dificultades que tiene para seguir el camino que ella ha elegido; lo cual la vuelve, a pesar del tiempo, increíblemente actual. Aquí Lope de Vega usa la simplicidad para explorar el tema del amor en sus diferentes facetas, pero simplificando los tipos de personajes y utilizando solo los imprescindibles. Por ejemplo, no habla de otras mujeres que no sean las hermanas y sus respectivas criadas. Respecto a los hombres, solo incluye a los pretendientes y a un criado por cada uno. A través de cada personaje trata un aspecto diferente del amor. Cabe finalmente destacar también en esta obra la irónica alusión a Juan Latino.

Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital. Tras su boda, y ante la imposibilidad de estar en Madrid con su esposa, es probable que Lope de Vega se alistara como voluntario, junto a su hermano Juan, en la Armada Invencible, a bordo del galeón San Juan. Tras el fracaso de la expedición, en la que su hermano perdió la vida, Lope estará sucesivamente en Cádiz, Toledo, donde se reúne con Isabel (violando la orden de destierro), y Valencia, donde se establece el matrimonio hacia 1589. Valencia era una de las principales ciudades españolas, y su actividad teatral era de las más notables; allí se relacionó con dramaturgos locales como Francisco Tárrega, Carlos Boyl, Gaspar Aguilar y Guillén deCastro. Su actividad como escritor de comedias pasó de ser un divertimento a una actividad profesional con la que sostenía a su familia y con la que iba ganando creciente fama y popularidad, algo, como se dijo antes, muy conscientemente buscado por el escritor.

Jornada segunda


(Salen Duardo, Laurencio y Feniso.)

Feniso En fin, ha pasado un mes

y no se casa Liseo.

Duardo No siempre mueve el deseo

el codicioso interés.

Laurencio ¿De Nise la enfermedad

ha sido causa bastante?

Feniso Ver a Finea ignorante

templará su voluntad.

Laurencio Menos lo está que solía.

Temo que amor ha de ser

artificioso a encender

piedra tan helada y fría.

Duardo ¡Tales milagros ha hecho

en gente rústica Amor!

Feniso No se tendrá por menor

dar alma a su rudo pecho.

Laurencio Amor, señores, ha sido

aquel ingenio profundo

que llaman alma del mundo,

y es el doctor que ha tenido

la cátedra de las ciencias;

porque sólo con amor

aprende el hombre mejor

sus divinas diferencias.

Así lo sintió Platón;

esto Aristóteles dijo;

que como del cielo es hijo,

es todo contemplación;

de ella nació el admirarse,

y de admirarse nació

el filosofar, que dio

luz, con que pudo fundarse

toda ciencia artificial,

y a amor se ha de agradecer

que el deseo de saber

es al hombre natural.

Amor, con fuerza suave,

dio al hombre el saber sentir;

dio leyes para vivir

político, honesto y grave.

Amor repúblicas hizo;

que la concordia nació

de amor, con que a ser volvió

lo que la guerra deshizo

Amor dio lengua a las aves,

vistió la tierra de frutos,

y como prados enjutos

rompió el mar con fuertes naves.

Amor enseñó a escribir

altos y dulces concetos,

como de su causa efetos

Amor enseñó a vestir

al más rudo, al más grosero

de la elegancia fue Amor

el maestro; el inventor

fue de los versos primero;

la música se le debe

y la pintura. Pues ¿quién

dejará de saber bien

como sus efetos pruebe?

No dudo de que a Finea,

como ella comience a amar,

la deje Amor de enseñar,

por imposible que sea.

Feniso Está bien pensado ansí.

¿Y su padre lleva intento,

por dicha, en el casamiento,

que ame y sepa?

Duardo Y yo de aquí

infamando amores locos,

en limpio vengo a sacar

que pocos deben de amar

en lugar que saben pocos.

Feniso ¡Linda malicia!

Laurencio ¡Extremada!

Feniso ¡Difícil cosa es saber!

Laurencio Sí, pero fácil creer

que sabe, el que poco o nada.

Feniso ¡Qué divino entendimiento

tiene Nise!

Duardo ¡Celestial!

Feniso ¿Cómo, siendo necio el mal,

ha tenido atrevimiento

para hacerle estos agravios,

de tal ingenio desprecios?

Laurencio Porque de sufrir a necios

suelen enfermar los sabios.

Duardo ¡Ella viene!

(Salen Nise y Celia.)

Feniso Y con razón

se alegra cuanto la mira.

Nise Mucho la historia me admira.

Celia Amores pienso que son

fundados en el dinero,

Nise Nunca fundó su valor

sobre dineros Amor;

que busca el alma primero.

Duardo Señora, a vuestra salud,

hoy cuantas cosas os ven

dan alegre parabién

y tienen vida y quietud;

que como vuestra virtud

era el Sol que se la dio,

mientras el mal la eclipsó

también lo estuvieron ellas;

que hasta ver vuestras estrellas

Fortuna el tiempo corrió.

Mas como la primavera

sale con pies de marfil

y el vario velo sutil

tiende en la verde ribera,

corre el agua lisonjera

y están riñendo las flores,

sobre tomar las colores;

así vos salís trocando

el triste tiempo y sembrando

en campos de almas amores.

Feniso Ya se ríen estas fuentes,

y son perlas las que fueron

lágrimas, con que sintieron

esas estrellas ausentes;

ya las aves sus corrientes

hacen instrumentos claros,

con que quieren celebraros.

Todo se anticipa a veros,

y todo intenta ofreceros

con lo que puede alegraros.

Pues si con veros hacéis

tales efetos agora

donde no hay alma, señora,

más de la que vos ponéis,

en mí ¿qué muestras haréis,

qué señales de alegría,

este venturoso día,

después de tantos enojos,

siendo vos Sol de mis ojos,

siendo vos alma en la mía?

Laurencio A estar sin vida llegué

el tiempo que no os serví;

que fue lo que más sentí,

aunque sin mi culpa fue.

Yo vuestros males pasé,

como cuerpo que animáis;

vos movimiento de dais;

yo soy instrumento vuestro,

que en mi vida y salud muestro

todo lo que vos pasáis.

Parabién me den a mí

de la salud que hay en vos,

pues que pasamos los dos

el mismo mal en que os vi.

Solamente os ofendí,

aunque la disculpa os muestro,

en que este mal que fue nuestro,

sólo tenerle debía,

no vos, que sois alma mía,

yo sí, que soy cuerpo vuestro.

NisePienso que de oposición

me dais los tres parabién.

Laurencio Y es bien, pues lo sois por quien

viven los que vuestros son.

NiseDivertíos, por mi vida,

cortándome algunas flores

los dos, pues con sus colores

la diferencia os convida

de este jardín, porque quiero

hablar a Laurencio un poco.

Duardo Quien ama y sufre, o es loco

o necio.

Feniso Tal premio espero.

Duardo No son vanos mis recelos.

Feniso Ella le quiere.

Duardo Yo haré

un ramillete de fe,

pero sembrado de celos.

(Vanse Duardo y Feniso.)

Laurencio Ya se han ido. ¿Podré yo,

Nise, con mis brazos darte

parabién de tu salud?

Nise ¡Desvía, fingido, fácil,

lisonjero, engañador,

loco, inconstante, mudable;

hombre que en un mes de ausencia

—que bien merece llamarse

ausencia la enfermedad—

el pensamiento mudaste!

Pero mal dije en un mes,

porque puedes disculparte

con que creíste mi muerte,

y si mi muerte pensaste,

con gracioso sentimiento,

pagaste el amor que sabes,

mudando el tuyo en Finea.

Laurencio ¿Qué dices?

NisePero bien haces;

tú eres pobre, tú, discreto;

ella rica e ignorante;

buscaste lo que no tienes,

y lo que tienes dejaste.

Discreción tienes, y en mí

la que celebradas antes

dejas con mucha razón;

...