Jornada segunda
Salen Bato y Tamar.
Bato Ando, Tamar, asombrado
y como fuera de mí:
siete veces se ha casado
después que al monte me fui
a apacentar mi ganado.
Tamar Siete son, Bato, con esta
las que se ha casado Sara;
pero apenas manifiesta
el alba su lumbre clara,
cuando es entierro la fiesta;
que antes del amanecer
ya estamos todos llorando.
Bato¡Siete veces! Puede ser,
Tamar, que te estés burlando;
¿es de bronce esta mujer?
Tamar Siete con este marido,
que los seis ya se los cubre
la tierra.
Bato Valiente ha sido,
pues en tan extraña guerra
siete veces ha vencido:
¡Oh! ¡Si nos diera unas señas,
si no dices testimonios
para que de ciertas dueñas
cesaran los matrimonios
que diz que duran por peñas!
Es hermosa: habrá vencido
con hermosura la vida
del más robusto marido.
¡Oh terrible esposicida,
pues que de tantos lo ha sido!
¡Voto al Sol! que fui dichoso
en no poder merecer
ser de mi señora esposo;
que con tan fuerte mujer,
¿quién puede ser poderoso?
Ya estuviera el pobre Bato
hecho, sin carne y sin liato,
calavera de rocín.
TamarYa espera Ragel el fin
de aqueste a su vida ingrato,
que anoche se desposó
habiéndose muerto seis.
Bato¿Cómo este hombre se atrevió?
TamarPorque, en fin, hombres nacéis
y porque amor le obligó;
es tan grande la belleza
de Sara, que aunque ven muertos
tantos con tanta fiereza,
y están de su muerte ciertos,
y él se la da con tristeza,
se oponen mil cada día.
Bato¡Oh, gran fuerza de hermosura!
De mí jurarte osaría,
que amándola con locura
quiero más la vida mía!
Si fuera cuatro docenas
de palos, yo los tomara
con cuatro mil norabuenas
por la belleza de Sara,
de que están las almas llenas.
Pero morir por conciertos
son casos muy desastrados
si no son ejemplos ciertos,
por decir que los casados
todos amanecen muertos.
Tamar Antes no hay más dulce vida
que la de un casado.
Bato Siento
que es acertando escogida,
mas errando el casamiento,
muerte cierta y conocida.
Tamar Tú no debes de saber
el secreto de estas muertes.
Bato¿Qué secreto puede haber?
Tamar¿Luego de todas no adviertes
que es la causa esta mujer?
Porque un espíritu fiero
de noche se los ahoga
como de este novio espero,
si no es que el cielo deroga
esta ley con el postrero.
Que este número de siete
más felicidad promete:
Dios cielo y tierra crió
en siete días, y dio
quien mar y tierra sujete,
y descansó en ese día:
y así puede ser que ahora
descanse quien esto guía.
Bato¿Espíritu?
Tamar Mi señora
lo dice.
Bato Pues, Tamar mía,
dame presto mi recado
de harina, de aceite y sebo.
TamarParece que te has turbado.
BatoDame presto lo que llevo
por todo el añío al ganado,
que no he de volver acá.
Espíritu, ¿y dónde está
ese que ahoga maridos?
TamarPor lascivos y atrevidos,
Bato, la muerte les da.
Mas tú ¿qué tienes que ver?
BatoSi yo he deseado ser
marido también de Sara,
¿no puede matarme?
Tamar Para:
di que yo soy tu mujer.
Bato Más peligro.
Tamar ¿Cómo?
Bato Advierte
que si ese Espíritu fuerte
a esos novios muerte da,
algún criado tendrá
para que nos dé la muerte,
o viniendo de ganar
siete muertes de barato,
si se debe, del pesar
dará la muerte de Bato
por marido de Tamar:
no me casare en mi vida:
Espíritu, estoy temblando.
TamarLuego que el alba vestida
de oro y luz se va mostrando,
se vee la cama homicida.
Bato Déjame, por Dios, Tamar;
que estoy temblando de miedo.
Salen Ragel y Criado.
RagelAún no me atrevo a llegar.
CriadoNi yo parece que puedo
tantas desdichas mirar.
Ragel Corred aquesa cortina.
Véase en una cama el desposado y el Demonio que le ahoga, y Sara de rodillas, vestida.
¿Qué es esto?
Demonio Ya te obedezco,
alta majestad divina.
Ragel¿Posible es que ver merezco
mi casa en tanta ruina?
Demonio Tú, que en trono de marfil
y electro, asiento tomaste,
manda a este espíritu vil;
que como siete mandaste
mataré setenta mil.
Manda a quien tienes cautivo,
que con fuerza poderosa
no deje ni un hombre vivo:
porque hacer mal es la cosa
de que más gusto recibo.
Quítase el Demonio.
Ragel Sara, ¿qué es esto?
Sara Señor,
Men sabe Dios mi inocencia.
BatoTemblando estoy de temor.
RagelEl cielo nos dé paciencia,
y en tantas penas valor:
cerrad, e iremos a dar
a mi yerno sepultura.
SaraYa no sé cómo llorar,
padre, tanta desventura,
aunque me convierta en mar;
Dios, cuya bondad inmensa
los pensamientos conoce,
si alguno engañado piensa
que no quieres que me goce
por ocasión de mi ofensa,
tú sabes bien la pureza
de mi pensamiento casto.
RagelMuriendo voy de tristeza;
que para mirar no basto
tal tragedia en tu belleza.
Bato Detente un poco, Tamar:
no me dejes solo aquí.
RagelÉstos te pueden guardar
mientras yo, Jorán y Elí,
vamos la tierra a cavar.
Sara ¡Que le dé tantos enojos
esta mi vana hermosura!
RagelDemos tierra a sus despojos,
que no la hallaréis muy dura
regándola con mis ojos.
Bato Tamar, vuelve acá: detente.
TamarVela el difunto entretanto,
Bato, que vuelve esta gente:
¿qué tienes?
Bato Tiemblo de espanto.
Tamar¡Qué enamorado valiente!
Bato Mándame tú que revuelva,
la onda, y con un guijarro
a un lobo en su sangre envuelva,
o que al león más bizarro
tire un venablo en la selva;
mándame que tenga un toro
del cuerno hasta que el arena
bese en tu honor y decoro;
mándame que a una colmena
castre los panales de oro,
y no me mandes que vele
un difunto, y mas que ha muerto
en desgracia de Dios.
Tamar ¿Suele
levantarse alguno?
Bato Advierto
que ya este difunto...