: Félix Lope de Vega y Carpio
: Historia de Tobías
: Linkgua
: 9788498977158
: Teatro
: 1
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: Dramatik
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Historia de Tobías es una tragicomedia histórico-legendaria de Félix Lope de Vega. Se inspira en un pasaje de la Biblia, el autor la escribió probablemente alrededor de 1609 y se publicó en 1621. La persecución del pueblo judío por sus enemigos es la médula misma de la intriga, a la que deberán enfrentarse el patriarca Tobías. La persecución nace del odio de un tirano, en este caso el rey Senaquerib de Asiria, que decreta el exterminio de todos los judíos. Historia de Tobías narra los peligros y penalidades que sufre el viejo patriarca y que irá superando gracias al ejercicio de sus virtudes, y a la intervención y la protección divinas.

Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital.

Jornada segunda


Salen Bato y Tamar.

Bato Ando, Tamar, asombrado

y como fuera de mí:

siete veces se ha casado

después que al monte me fui

a apacentar mi ganado.

Tamar Siete son, Bato, con esta

las que se ha casado Sara;

pero apenas manifiesta

el alba su lumbre clara,

cuando es entierro la fiesta;

que antes del amanecer

ya estamos todos llorando.

Bato¡Siete veces! Puede ser,

Tamar, que te estés burlando;

¿es de bronce esta mujer?

Tamar Siete con este marido,

que los seis ya se los cubre

la tierra.

Bato Valiente ha sido,

pues en tan extraña guerra

siete veces ha vencido:

¡Oh! ¡Si nos diera unas señas,

si no dices testimonios

para que de ciertas dueñas

cesaran los matrimonios

que diz que duran por peñas!

Es hermosa: habrá vencido

con hermosura la vida

del más robusto marido.

¡Oh terrible esposicida,

pues que de tantos lo ha sido!

¡Voto al Sol! que fui dichoso

en no poder merecer

ser de mi señora esposo;

que con tan fuerte mujer,

¿quién puede ser poderoso?

Ya estuviera el pobre Bato

hecho, sin carne y sin liato,

calavera de rocín.

TamarYa espera Ragel el fin

de aqueste a su vida ingrato,

que anoche se desposó

habiéndose muerto seis.

Bato¿Cómo este hombre se atrevió?

TamarPorque, en fin, hombres nacéis

y porque amor le obligó;

es tan grande la belleza

de Sara, que aunque ven muertos

tantos con tanta fiereza,

y están de su muerte ciertos,

y él se la da con tristeza,

se oponen mil cada día.

Bato¡Oh, gran fuerza de hermosura!

De mí jurarte osaría,

que amándola con locura

quiero más la vida mía!

Si fuera cuatro docenas

de palos, yo los tomara

con cuatro mil norabuenas

por la belleza de Sara,

de que están las almas llenas.

Pero morir por conciertos

son casos muy desastrados

si no son ejemplos ciertos,

por decir que los casados

todos amanecen muertos.

Tamar Antes no hay más dulce vida

que la de un casado.

Bato Siento

que es acertando escogida,

mas errando el casamiento,

muerte cierta y conocida.

Tamar Tú no debes de saber

el secreto de estas muertes.

Bato¿Qué secreto puede haber?

Tamar¿Luego de todas no adviertes

que es la causa esta mujer?

Porque un espíritu fiero

de noche se los ahoga

como de este novio espero,

si no es que el cielo deroga

esta ley con el postrero.

Que este número de siete

más felicidad promete:

Dios cielo y tierra crió

en siete días, y dio

quien mar y tierra sujete,

y descansó en ese día:

y así puede ser que ahora

descanse quien esto guía.

Bato¿Espíritu?

Tamar Mi señora

lo dice.

Bato Pues, Tamar mía,

dame presto mi recado

de harina, de aceite y sebo.

TamarParece que te has turbado.

BatoDame presto lo que llevo

por todo el añío al ganado,

que no he de volver acá.

Espíritu, ¿y dónde está

ese que ahoga maridos?

TamarPor lascivos y atrevidos,

Bato, la muerte les da.

Mas tú ¿qué tienes que ver?

BatoSi yo he deseado ser

marido también de Sara,

¿no puede matarme?

Tamar Para:

di que yo soy tu mujer.

Bato Más peligro.

Tamar ¿Cómo?

Bato Advierte

que si ese Espíritu fuerte

a esos novios muerte da,

algún criado tendrá

para que nos dé la muerte,

o viniendo de ganar

siete muertes de barato,

si se debe, del pesar

dará la muerte de Bato

por marido de Tamar:

no me casare en mi vida:

Espíritu, estoy temblando.

TamarLuego que el alba vestida

de oro y luz se va mostrando,

se vee la cama homicida.

Bato Déjame, por Dios, Tamar;

que estoy temblando de miedo.

Salen Ragel y Criado.

RagelAún no me atrevo a llegar.

CriadoNi yo parece que puedo

tantas desdichas mirar.

Ragel Corred aquesa cortina.

Véase en una cama el desposado y el Demonio que le ahoga, y Sara de rodillas, vestida.

¿Qué es esto?

Demonio Ya te obedezco,

alta majestad divina.

Ragel¿Posible es que ver merezco

mi casa en tanta ruina?

Demonio Tú, que en trono de marfil

y electro, asiento tomaste,

manda a este espíritu vil;

que como siete mandaste

mataré setenta mil.

Manda a quien tienes cautivo,

que con fuerza poderosa

no deje ni un hombre vivo:

porque hacer mal es la cosa

de que más gusto recibo.

Quítase el Demonio.

Ragel Sara, ¿qué es esto?

Sara Señor,

Men sabe Dios mi inocencia.

BatoTemblando estoy de temor.

RagelEl cielo nos dé paciencia,

y en tantas penas valor:

cerrad, e iremos a dar

a mi yerno sepultura.

SaraYa no sé cómo llorar,

padre, tanta desventura,

aunque me convierta en mar;

Dios, cuya bondad inmensa

los pensamientos conoce,

si alguno engañado piensa

que no quieres que me goce

por ocasión de mi ofensa,

tú sabes bien la pureza

de mi pensamiento casto.

RagelMuriendo voy de tristeza;

que para mirar no basto

tal tragedia en tu belleza.

Bato Detente un poco, Tamar:

no me dejes solo aquí.

RagelÉstos te pueden guardar

mientras yo, Jorán y Elí,

vamos la tierra a cavar.

Sara ¡Que le dé tantos enojos

esta mi vana hermosura!

RagelDemos tierra a sus despojos,

que no la hallaréis muy dura

regándola con mis ojos.

Bato Tamar, vuelve acá: detente.

TamarVela el difunto entretanto,

Bato, que vuelve esta gente:

¿qué tienes?

Bato Tiemblo de espanto.

Tamar¡Qué enamorado valiente!

Bato Mándame tú que revuelva,

la onda, y con un guijarro

a un lobo en su sangre envuelva,

o que al león más bizarro

tire un venablo en la selva;

mándame que tenga un toro

del cuerno hasta que el arena

bese en tu honor y decoro;

mándame que a una colmena

castre los panales de oro,

y no me mandes que vele

un difunto, y mas que ha muerto

en desgracia de Dios.

Tamar ¿Suele

levantarse alguno?

Bato Advierto

que ya este difunto...