: Pedro Calderón de la Barca
: El príncipe constante
: Linkgua
: 9788498972474
: Teatro
: 1
: CHF 2.70
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: Dramatik
: Spanish
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 El Príncipe Constante   es una obra escrita por Pedro Calderón de la Barca entre finales de 1628 y principios de 1629. Calderón pone en escena el ataque portugués contra Tánger en 1437. La expedición fue liderada por Enrique el Navegante y sobre todo por su hermano, el infante Fernando, maestre de la orden de Avis. Tras el fracaso de la ofensiva, el infante es hecho cautivo por el rey de Fez. El rey propone liberarle a condición de que le entregue la ciudad de Ceuta, urbe cristiana que el monarca codicia. El infante Fernando rechaza con tenacidad dicho trueque, padeciendo desde entonces y hasta su muerte una esclavitud que se asemeja a un martirio. La obra es un drama histórico o tragedia cristiana sobre el libre albedrío humano, dividido entre los requisitos éticos y la doctrina de la salvación. El personaje principal se condena conscientemente a la esclavitud, a la privación de privilegios y, finalmente, a la muerte, en nombre de la fe cristiana. El príncipe constante es una de las obras más paradigmáticas del teatro de Calderón de la Barca. Un claro referente del complejo mundo ideológico del dramaturgo. Estamos ante una de las grandes obras maestras de Calderón de la Barca. Una obra que ha recogido grandes elogios de diversas tradiciones teatrales europeas como la alemana, la polaca o la rusa. Una obra que llevó a Goethe a decir en 1804, en una carta a Schiller, «que si toda la poesía del mundo desapareciera, sería posible reconstruirla sobre la base de El príncipe constante».

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681) Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600, en Madrid, como segundo de cinco hermanos, en el seno de una familia de mediana hidalguía procedente de las montañas cántabras. Su padre fue escribano del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. La madre murió en 1610 y el padre en 1615. Al parecer, su padre había dejado como voluntad y requisito para que Pedro y sus hermanos heredaran el que siguieran las carreras que él había marcado; a Calderón le estaba destinada la de sacerdote. Al igual que Lope de Vega, Quevedo y otros literatos, Calderón cursó estudios en el madrileño colegio Imperial de los jesuitas (hasta 1613), y los continuó en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca (hasta 1620), donde, quizá por la exigencia paterna, estudió teología, pero también lógica, retórica, historia y derecho natural y político. Su bagaje cultural era muy amplio, tocado por la escolástica y las ideas existencialistas agustinianas. Calderón vivió tres reinados (con Felipe III, Felipe IV y Carlos II) durante los cuales se fue desintegrando el poder español y el país quedó cada vez más aislado del escenario internacional, sobre todo a partir de la pérdida de Flandes por la paz de Westfalia, en 1648. Pero no fue tanto así en la creación literaria, ya que Calderón vivió de lleno el Siglo de Oro español, tan prolífico y rico en cuanto a las artes. Hacia 1620, los hermanos Calderón debieron resolver un litigio relativo a la herencia con la segunda mujer de su padre. Ese mismo año, Calderón de la Barca abandonaría los estudios religiosos e iniciaría sus primeras tentativas literarias con la poesía. Así, participó como poeta en varios certámenes y justas, pero pronto descubriría su atracción por la 'comedia nueva' de Lope de Vega, quien debió despertar su fascinación por el teatro. Calderón desarrollaría la mitad de su producción paralelamente al ascenso del valido conde-duque de Olivares (entre 1621 y 1643), protector de artistas y literatos. Su bautismo teatral se produce, en 1623, con la obra Amor, honor y poder. Calderón realizará algunos viajes por Flandes e Italia, entre 1623 y 1625, como secretario del duque de Frías. Después, será asiduo escritor de obras para la Corte y para los corrales de comedias. Su prestigio en la Corte fue aumentando, y Felipe IV le otorgó el ingreso como caballero de la orden de Santiago, hacia 1637. También debió vivir algunos episodios oscuros, como una acusación por violar, junto a su hermano, la clausura de un convento de trinitarias, tema del que no se sabe a ciencia cierta la verdad. Por otro lado, su buena relación con Lope de Vega debió enfriarse hacia 1629, aunque tampoco hay datos fiables sobre los motivos. Se habla de un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope.

Jornada primera


(Salen los cautivos cantando lo que quisieren, y Zara.)

Zara Cantad aquí, que ha gustado,

mientras toma de vestir

Fénix hermosa, de oír

las canciones que ha escuchado

tal vez en los baños, llenas

de dolor y sentimiento.

Cautivo 1Música, cuyo instrumento

son los hierros y cadenas

que nos aprisionan, ¿puede

haberla alegrado?

Zara Sí,

ella escucha. Desde aquí

cantad.

Cautivo 2Esa pena excede

Zara hermosa, a cuantas son,

pues solo un rudo animal

sin discurso racional,

canta alegre en la prisión.

Zara ¡No cantáis vosotros?

Cautivo 3Es

para divertir las penas

propias, mas no las ajenas.

Zara Ella escucha, cantad, pues.

(Cantan.)

Cautivos. «Al peso de los años

lo eminente se rinde

que a lo fácil del tiempo

no hay conquista difícil.»

(Sale Rosa.)

Rosa Despejad, cautivos, dad

a vuestra canciones fin,

porque sale a este jardín

Fénix a dar vanidad

al campo con su hermosura,

segunda aurora del prado.

(Vanse los cautivos y salen las moras vistiendo a Fénix.)

EstrellaHermosa te has levantado.

Zara No blasone el alba pura

que la debe este jardín

la luz, ni fragancia hermosa

ni la púrpura la rosa,

ni la blancura el jazmín.

Fénix El espejo.

Zara Es excusado

querer consultar con él

los borrones que el pincel

sobre la tez no ha dejado.

(Danle un espejo.)

Fénix ¿De qué sirve la hermosura

—cuando lo fuese la mía—

si me falta la alegría,

si me falta la ventura?

Celima¿Qué sientes?

Fénix Si yo supiera,

ay Celima, lo que siento,

de mi mismo sentimiento

lisonja al dolor hiciera;

pero de la pena mía

no sé la naturaleza,

que entonces fuera tristeza,

lo que hoy es melancolía.

Solo sé que sé sentir

lo que sé sentir no sé;

que ilusión del alma fue.

Zara Pues no pueden divertir

tu tristeza estos jardines,

que a la primavera hermosa

labran estatuas de rosa

sobre templos de jazmines,

hazte al mar, un barco sea

dorado carro del Sol.

Rosa Y cuando tanto arrebol

errar por sus ondas vea,

con grande melancolía

el jardín al mar dirá—

Ya el sola en su centro está

muy breve ha sido este día.

Fénix Pues no me puede alegrar

formando sombras y lejos

la emulación que en reflejos

tienen la tierra y el mar;

cuando con grandezas sumas

compiten entre esplendores

la espumas a las flores,

la flores a las espumas.

Porque el jardín, envidioso

de ver las ondas del mar,

su curso quiere imitar;

y así, el céfiro amoroso

matices rinde y olores

que, soplando, en ellas bebe;

y hacen las hojas que mueve

un océano de flores;

cuando el mar, triste de ver

la natural compostura

del jardín, también procura

adornar, y componer

su playa, la pompa pierde

y, a segunda ley sujeto,

compite[n] con dulce efeto

campo azul y golfo verde;

siendo, ya con rizas plumas,

ya con mezclados colores,

el jardín un mar de flores

y el mar un jardín de espumas.

Sin duda mi pena es mucha,

no la pueden lisonjear

campo, cielo, tierra y mar.

Zara Gran pena contigo lucha.

(Sale el rey con un retrato.)

Rey. Si acaso permite el mal,

cuartana de tu belleza,

dar treguas a tu tristeza,

este bello original

—que no es retrato el que tiene

alma y vida— es del infante

de Marruecos, Tarudante,

que a rendir a tus pies viene

la corona. Embajador

es de su parte, y no dudo

que embajador que habla mudo,

trae embajadas de amor.

Favor en su amparo tengo.

Diez mil jinetes alista

que enviar a la conquista

de Ceuta, que ya prevengo.

Dé la vergüenza esta vez

licencia. Permite amar

a quien se ha de coronar

rey de tu hermosura en Fez.

Fénix (Aparte.) (¡Válgame Alá!)

Rey ¿Qué rigor

te suspende de esa suerte?

Fénix La sentencia de mi muerte.

Rey¿Qué es lo que dices?

FénixSeñor,

si sabes que siempre has sido

mi dueño, mi padre y rey,

(Aparte.)¿qué he de decir? (¡Ay, Muley,

grande ocasión has perdido!)

El silencio —¡ay infelice!—

hace mi humildad inmensa.

(Aparte.)(Miente el alma, si lo piensa.

Miente la voz, si lo dice.)

Rey Toma el retrato.

Fénix (Aparte.) (Forzada

la mano le tomará;

pero el alma no podrá.

(Disparan una pieza.)

Zara Esta salva es a la entrada

de Muley, que hoy ha surgido

del mar de Fez.

Rey Justa es.

(Sale Muley con bastón de general.)

Muley Dame, gran señor, los pies.

ReyMuley, seas bien venido.

Muley Quien penetra el arrebol

de tan soberana esfera,

y a quien en el puerto espera

tal aurora, hija del Sol,

fuerza es que venga con bien,

dame, señora, la mano,

que este favor soberano

puede mereceros quien

con amor, lealtad y fe

nuevos triunfos te previene,

y fue a serviros, y viene

tan amante como fue.

Fénix (Aparte.) (¡Válgame el cielo! ¿Qué veo?)

(Aparte.)Tú, Muley (¡Estoy mortal!)

vengas con bien.

Muley (Aparte.) (No con mal

será, si a mis ojos creo.)

Rey En fin, Muley, ¿qué hay del mar?

Muley Hoy tu sufrimiento pruebas,

de pesar te traigo nuevas

porque ya todo es pesar.

Rey Pues cuanto supieres di,

que en un ánimo constante

siempre se halla igual semblante

para el bien y el mal... Aquí

te sienta, Fénix

Fénix Sí, haré.

ReyTodas os sentad... Prosigue

y nada a callar te obligue.

(Siéntanse el rey y las damas.)

Muley Ni hablar, ni callar, podré.

Salí, como me mandaste,

con dos galeazas solas,

gran señor, a recorrer

de Berbería las costas.

Fue tu intento que llegase

a aquella ciudad famosa,

llamada en un tiempo Elisa,

aquella que está a la boca

del Freto Eurelio fundada,

y de Ceido nombre toma

—que Ceido, Ceuta, en hebreo

vuelto al árabe idioma,

quiere decir, hermosura,

y ella es ciudad siempre hermosa—

aquélla, pues, que los cielos

quitaron a tu corona

quizá por justos enojos

del gran profeta Mahoma;

y en oprobio de las armas

nuestras, miramos agora,

que pendones...