: Pedro Calderón de la Barca
: El escondido y la tapada
: Linkgua
: 9788498972252
: Teatro
: 1
: CHF 2.70
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: Dramatik
: Spanish
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En El escondido y la tapada de Calderón de la Barca don César ama a Lisarda pero rechazado por ésta galantea con Celia. Cierto día tras ver a Lisarda pasear con un hombre sale a su encuentro y lo mata y resulta que éste es el hermano de Celia. Abrumado, huye de Madrid con su criado, Mosquito, pero una carta de Celia le obliga a volver. Ella le ofrece su casa para esconderse. Al mismo tiempo regresa de la guerra don Félix, hermano de Celia, alertado por un amigo de que el honor de su hermana puede estar en entredicho. Por su parte, don Juan, prometido de Lisarda, pide ayuda a don Félix para vengar la muerte del hermano de ésta. Don Félix acepta pero se confunde de hombre, tiene que huir de la justicia y se lleva a Celia consigo a otra casa para esconderse. De esta manera César y Mosquito quedan encerrados en una habitación secreta de la casa. La casa es alquilada ese día por el padre de Lisarda, que lleva a su hija y al prometido a vivir en ella. Al intentar escapar César, allí escondido, y al acudir Celia, tapada, en su ayuda provocan una serie de enredos.

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681) Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600, en Madrid, como segundo de cinco hermanos, en el seno de una familia de mediana hidalguía procedente de las montañas cántabras. Su padre fue escribano del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. La madre murió en 1610 y el padre en 1615. Al parecer, su padre había dejado como voluntad y requisito para que Pedro y sus hermanos heredaran el que siguieran las carreras que él había marcado; a Calderón le estaba destinada la de sacerdote. Al igual que Lope de Vega, Quevedo y otros literatos, Calderón cursó estudios en el madrileño colegio Imperial de los jesuitas (hasta 1613), y los continuó en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca (hasta 1620), donde, quizá por la exigencia paterna, estudió teología, pero también lógica, retórica, historia y derecho natural y político. Su bagaje cultural era muy amplio, tocado por la escolástica y las ideas existencialistas agustinianas. Calderón vivió tres reinados (con Felipe III, Felipe IV y Carlos II) durante los cuales se fue desintegrando el poder español y el país quedó cada vez más aislado del escenario internacional, sobre todo a partir de la pérdida de Flandes por la paz de Westfalia, en 1648. Pero no fue tanto así en la creación literaria, ya que Calderón vivió de lleno el Siglo de Oro español, tan prolífico y rico en cuanto a las artes. Hacia 1620, los hermanos Calderón debieron resolver un litigio relativo a la herencia con la segunda mujer de su padre. Ese mismo año, Calderón de la Barca abandonaría los estudios religiosos e iniciaría sus primeras tentativas literarias con la poesía. Así, participó como poeta en varios certámenes y justas, pero pronto descubriría su atracción por la 'comedia nueva' de Lope de Vega, quien debió despertar su fascinación por el teatro. Calderón desarrollaría la mitad de su producción paralelamente al ascenso del valido conde-duque de Olivares (entre 1621 y 1643), protector de artistas y literatos. Su bautismo teatral se produce, en 1623, con la obra Amor, honor y poder. Calderón realizará algunos viajes por Flandes e Italia, entre 1623 y 1625, como secretario del duque de Frías. Después, será asiduo escritor de obras para la Corte y para los corrales de comedias. Su prestigio en la Corte fue aumentando, y Felipe IV le otorgó el ingreso como caballero de la orden de Santiago, hacia 1637. También debió vivir algunos episodios oscuros, como una acusación por violar, junto a su hermano, la clausura de un convento de trinitarias, tema del que no se sabe a ciencia cierta la verdad. Por otro lado, su buena relación con Lope de Vega debió enfriarse hacia 1629, aunque tampoco hay datos fiables sobre los motivos. Se habla de un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope.

Jornada segunda


(Salen por una de las dos puertas don César y Mosquito.)

Mosquito Ésta es la casa, sin duda,

que aquel famoso estremeño

Carrizales fabricó

a medida de sus celos;

pues no hay puerta ni ventana,

guarda, patio ni agujero

por donde salga un Mosquito.

Dígalo yo.

César Si el ingenio

quisiera inventar un caso

extraño, ¿pudiera hacerlo

con mayores requisitos

fingidos que verdaderos

están presentes? ¿Habrá

quien crea que es verdad esto?

Venir llamado de Celia;

tener aviso a este tiempo

de que su hermano venía;

hacer con tanto secreto

este tabique; llegar

Félix a Madrid primero

que yo; esconderme por fuerza;

y, en estando una vez dentro,

mudarse toda la casa;

dejarme aquí; y en efecto

no haber por donde salir;

cosas son, ¡viven los cielos!,

que han menester más paciencia

que la mía.

Mosquito Pues no es eso

lo peor.

César Pues ¿qué será,

si esto no es?

Mosquito Que no tenemos

que comer; porque el gigote

que se olvidó en un puchero

a la lumbre, el medio pan

de la alacena, ya dieron

fin. Y así es fuerza rendirnos

por hambre; porque no hay dentro

del sitio para dos horas

munición ni bastimiento.

César ¡Que tuviese yo una llave

maestra de casa, al tiempo

que, ausente su hermano, entraba

a hablar a Celia, y que luego

se la volviese el día que

de aquí me ausenté! Mas esto

¿quién lo pudo prevenir

con humano entendimiento?

MosquitoYa mal distinta la luz

en los distintos reflejos

se va declarando. En fin,

¿qué piensas hacer?

César Un medio

solamente se me ofrece.

Mosquito¿Y es, señor...?

César Escucha atento.

En este cuarto de abajo

a Celia oí que un extranjero,

hombre de negocios, vive.

A éste declararme pienso;

que menos importará

que sepa uno más aquesto

que dejarme matar; pues

no dudo que es el intento

éste de haberse mudado

don Félix.

MosquitoY ¿cómo haremos

para llamarle?

CésarDar golpes

por la escalera.

Mosquito Yo apuesto

que piensan que andan ladrones

al primer golpe que demos,

y que nos matan a palos

antes de oírnos.

César No creo

que hay otra cosa que hacer.

Voy a llamar. Mas ¿qué es esto?

(Al ir a llamar él, llaman de dentro.)

MosquitoEl extranjero de abajo,

que llama antes que llamemos

nosotros. Mas ¿cuánto va

que nos mudaron a un tiempo

y, estando él también cerrado,

ha pensado allá lo mesmo?

(Llaman otra vez.)

César Esto es llamar a la puerta.

Mosquito¿Quién es?

César ¡Tente! ¿Qué haces, necio?

MosquitoResponder a quien nos llama;

que la llave no tenemos;

que vaya por ella.

César Espera;

que responder no es acierto.

MosquitoDéjame sólo llegar

a ver por el agujero

de la llave quién es.

César Mira.

Mosquito¡Buena hacienda habemos hecho!

¡Ay, señores!

César ¿Qué hay, Mosquito?

MosquitoLa justicia por lo menos

es quien llama.

César¿La justicia?

MosquitoSí, señor.

César ¡Por Dios, que es cierto!

¿Quién presumiera que así

se vengara un caballero?

MosquitoCelia, señor, te ha vendido.

(Golpe de martillo.)

César ¡Vive Dios, que aun no lo creo

de Celia!

Mosquito Yo sí; ya escampa.

César ¿No es descerrajar aquello?

MosquitoSí. Yo conozco los golpes;

que estos son los golpes mesmos

que, al empezar las comedias,

se dan en los aposentos.

César ¿Qué hemos de hacer?

Mosquito Confesarnos

es el más útil remedio.

César Por si acaso es otra cosa,

lo mejor es escondernos;

y no sea lo de anoche,

oír el ruido y no el suceso.

(Abren la puerta, y salen Octavio, dos alguaciles, un Escribano y gente.)

Octavio ¿Para qué es romper la puerta?

Que, pues yo las llaves tengo,

yo abriré. Y ya que lo está,

díganme, sobre qué es esto,

vuesas mercedes; que yo,

a los golpes que he oído, vengo

desde ese cuarto, en que vivo.

Alguacil I Buscamos un caballero,

don Félix de Acuña es

su nombre, por haber muerto

anoche un hombre en mi calle.

Octavio (Aparte.) (Aquí importa el fingimiento.)

¿Dón Félix de Acuña?

Alguacil I Sí.

Octavio Pues ya ha más de mes y medio

que no vive en esta casa,

y que yo las llaves tengo

del cuarto para alquilarle,

con poderes de su dueño.

Bien lo muestra el verle así.

Alguacil II Tarde venimos.

Escribano ¿Qué haremos?

Alguacil II Poner esta diligencia

por escrito.

(Sale Otáñez.)

Otáñez Aquí don Diego,

mi señor, viene a saber

qué hay de aquel despacho.

Octavio Necio,

¿que estoy ahora no veis

con estos señores? Luego

bajaré; que en mi escritorio

me espere.

(Vase Otáñez.)

Alguacil I Aquí no tenemos

que hacer. Vuesasted se quede

con Dios.

Escribano Si hubiéramos hecho

anoche la diligencia,

quizás no se hubiera puesto

en salvo.

Alguacil II Nadie nos dijo,

aunque se anduvo inquiriendo

anoche, dónde vivía.

(Vanse los alguaciles y el Escribano. Salen don Diego y Otáñez.)

Diego Señor Octavio, viniendo

tan de mañana a saber

si había venido en el pliego,

que anoche llegó de Italia,

la dispensación que espero

para casar a mi hija

con su primo, que deseo

salir ya de este cuidado;

y esperando, por saberlo,

allá abajo, vi bajar

justicia; y así me atrevo

a subir acá por ver

si en algo serviros puedo.

Octavio En cuanto a vuestros despachos,

muy bien las albricias puedo

pediros; que ya han venido.

Diego Mil años os guarde el cielo.

Octavio En esto de la justicia,

es que un noble caballero

aseguró su persona

y su hacienda; que él, atento

a su honor, dejar no quiso

sola a su hermana; y, diciendo

estaba que no vivían

ya aquí.

Diego ¡Ay de mí, lo que siento

el traer a la memoria,

a vista de este suceso,

mis...