: Pedro Calderón de la Barca
: Darlo todo y no dar nada
: Linkgua
: 9788498971750
: Teatro
: 1
: CHF 2.70
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: Dramatik
: Spanish
: 186
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Darlo todo y no dar nada es una comedia palaciega, abundante en canciones, escrita por Pedro Calderón de la Barca a mediados del siglo XVII. En ella se narran las peripecias de un triángulo entre Alejandro Magno, la bella Campaspe y el pintor Apeles, quien ha sido escogido como pintor oficial de la Corte. En esta obra Alejandro Magno convoca a tres grandes pintores para que hagan un retrato de su persona: Timantes, Zeuxis y Apeles. Cuando le muestran los tres retratos; el de Timantes esconde un notorio defecto del soberano. El cuadro hecho por Zeuxis, ha resaltado el defecto. Sin embargo, el retrato hecho por Apeles, el finalmente escogido, muestra el defecto del rey sin exagerar ni hacer mofa.

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681) Calderón de la Barca nació el 17 de enero de 1600, en Madrid, como segundo de cinco hermanos, en el seno de una familia de mediana hidalguía procedente de las montañas cántabras. Su padre fue escribano del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda. La madre murió en 1610 y el padre en 1615. Al parecer, su padre había dejado como voluntad y requisito para que Pedro y sus hermanos heredaran el que siguieran las carreras que él había marcado; a Calderón le estaba destinada la de sacerdote. Al igual que Lope de Vega, Quevedo y otros literatos, Calderón cursó estudios en el madrileño colegio Imperial de los jesuitas (hasta 1613), y los continuó en las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca (hasta 1620), donde, quizá por la exigencia paterna, estudió teología, pero también lógica, retórica, historia y derecho natural y político. Su bagaje cultural era muy amplio, tocado por la escolástica y las ideas existencialistas agustinianas. Calderón vivió tres reinados (con Felipe III, Felipe IV y Carlos II) durante los cuales se fue desintegrando el poder español y el país quedó cada vez más aislado del escenario internacional, sobre todo a partir de la pérdida de Flandes por la paz de Westfalia, en 1648. Pero no fue tanto así en la creación literaria, ya que Calderón vivió de lleno el Siglo de Oro español, tan prolífico y rico en cuanto a las artes. Hacia 1620, los hermanos Calderón debieron resolver un litigio relativo a la herencia con la segunda mujer de su padre. Ese mismo año, Calderón de la Barca abandonaría los estudios religiosos e iniciaría sus primeras tentativas literarias con la poesía. Así, participó como poeta en varios certámenes y justas, pero pronto descubriría su atracción por la 'comedia nueva' de Lope de Vega, quien debió despertar su fascinación por el teatro. Calderón desarrollaría la mitad de su producción paralelamente al ascenso del valido conde-duque de Olivares (entre 1621 y 1643), protector de artistas y literatos. Su bautismo teatral se produce, en 1623, con la obra Amor, honor y poder.

Jornada segunda


Salen Alejandro, Efestión y Soldados.)

Alejandro Y, en fin, ¿qué supiste?

Efestión Supe

que piadosamente bella

se compadeció Estatira

de sus contadas tragedias

y que, porque no volviese

por ahora a una desierta

alquería donde estaba,

mientras la gente de guerra

en estos montes se aloja,

a tantos riesgos expuesta,

la rogaba se quedase

en su compañía, y ella

lo aceptó, de suerte que

donde hoy Campaspe se alberga

es la quinta de Estatira.

Alejandro Ambas anduvieron cuerdas,

una en ofrecerlo y otra

en aceptarlo, aunque fuera

mejor para mí, que no

anduviesen tan atentas.

Efestión Pues ¿por qué?

Alejandro Porque en su casa

me fuera más fácil verla,

pues no faltara ocasión

para entrar tal vez en ella

con achaque de la caza.

Efestión Quizá está la conveniencia

en la dificultad.

Alejandro ¿Cómo?

Efestión Como las correspondencias

aun más prendadas se gastan

con la lima de la ausencia;

pues siendo así, ¿qué será

la aun no prendada?

Alejandro Eso fuera

en otro, pero no en mí.

Efestión ¿Por qué?

Alejandro Porque mi violenta

condición, bien como rayo,

se irrita en la resistencia.

Sólo porque inconveniente

ya en el primer paso encuentra,

nace con mayor instancia

y crece con mayor fuerza.

Pero dime, ¿quién a ti

te contó lo que me cuentas?

Efestión Tienen Siroés y Estatira

consigo mil damas bellas

que a fuer de palacio tratan

la prisión, y no desdeñan

los públicos galanteos

de algunos amantes. Destas

Nise, una de las que cantan,

porque tal vez se diviertan,

a título que llevaba

un papel mío una letra

para cantar (que los versos

suelen tener dos licencias),

me la dio de hablarla hoy;

y de una en otra materia

me dijo lo que te he dicho.

Alejandro Pues tú, para que yo sepa

de Campaspe, has de asistir

desde hoy con mayor fineza

a esa dama, y disponer

que nos sirva de tercera.

Efestión ¿Tanto la primera vista

de una montaraz belleza,

y más cuando ya Rojana

dicen que embarcada queda,

pudo rendirte?

Alejandro ¿Qué quieres,

si, como ya dije, al verla

una vez matando altiva,

otra vez llorando tierna,

a mi ánimo y mi piedad

supo tomar las dos sendas;

de suerte que el albedrío

no tiene por donde pueda

escapar, pues a ambas partes

halla cerrada la puerta?

Efestión Mejor medio hay.

Alejandro ¿Qué es?

Efestión Que ya

que de Estatira la queja

logró tus satisfacciones,

las prosigas; pues con verla

verás con ella a Campaspe.

Alejandro Bien a mi amor aconsejas;

y así, en viendo ese prodigio,

que es oráculo de Atenas,

a quien por curiosidad

aun antes de la primera

luz, porque no huya de mí,

vengo buscando a esta selva,

me pasaré por la quinta.

Efestión De la boca de una cueva

que a la falda de aquel risco

melancólica bosteza,

ya el soldadillo, que fue

a buscarle, sale.

(Sale Chichón.)

Chichón Llega,

señor; que en casa está el viejo.

Alejandro ¿Dijístele que a sus puertas

estaba Alejandro?

Chichón Sí.

Alejandro Pues ¿cómo no sale a ellas,

habiendo mi nombre oído,

a recibirme siquiera?

Chichón Como dice que es temprano,

porque el Sol aun no calienta;

que, en saliendo el Sol, saldrá.

Alejandro Y ¿qué hacía?

Chichón En una media

tinaja, llena de lana,

metido hasta la cabeza

estaba, que parecía

degollado de comedia,

sin que haya en todo el espacio

más cama, silla ni mesa

que un candil y cuatro libros.

Alejandro Hombre que en tanta miseria

vive, de saber que yo

vengo a verle ¿ni se altera

ni se sobresalta más?

Chichón Y porque mejor lo veas,

oye, que vuelvo a llamarle.

Señor Diógenes, advierta

que viene a verle Alejandro.

(Dentro.)

Diógenes ¿Hele dicho yo que venga?

Pues si yo no se lo he dicho,

que se espere o que se vuelva.

Alejandro No hay más que decir.

Efestión O mucha

constancia o locura es ésta.

Alejandro Sea lo que fuere, ya

hice capricho de verla;

si es constancia, por aprecio,

y si es locura, por fiesta.

Bien podéis salir, que ya

el Sol sus rayos despliega.

(Sale Diógenes.)

Diógenes Pues a ver el Sol saldré;

que, al fin, es el que me alienta,

me anima y me vivifica.

Alejandro ¿De suerte que, si no fuera

por el Sol, lo que es por mí

no salierais?

Diógenes Lo que hiciera

no sé; mas sé que él me trae

en la regular tarea

de las noches y los días

esta luz hermosa y bella,

y que vos no me traéis nada.

Alejandro Sí traigo.

Diógenes ¿Qué?

Alejandro La respuesta

de un recado que me dio

vuestro ese soldado.

Diógenes ¿Qué era?

Que como cosa de poca

sustancia no se me acuerda.

Alejandro ¿De poca sustancia es

decir que en mi competencia

sois vos más dueño del mundo

que yo?

Diógenes Ah sí, ya se me acuerda,

es verdad, yo se lo dije.

Y si de escucharlo os pesa,

perdonad, lo dicho dicho.

Alejandro Antes me huelgo, y por esa

razón vengo a visitaros;

pues es justo que a ver venga

Alejandro a un igual suyo.

Diógenes Pues como entre iguales sea

la visita. Ahí hay un tronco,

sentaos; que yo en esta peña

procuraré acomodarme.

(Siéntanse, y Chichón hace que quita un piojo a Diógenes.)

Alejandro Agradezco la licencia.

¿Qué es eso?

Chichón Deste monarca

la caballería ligera

que en desmandadas patrullas

va saliendo a pecorea

con el día.

Diógenes Quita, necio.

Chichón Ya quito.

Alejandro Locuras deja.

Y pasando, como amigos,

del cumplimiento a la queja,

dícenme que, por no verme,

echasteis por otra senda.

Diógenes ...