Jornada segunda
(Sale Doña Aldonza y Gonzalo, y él, puesta la mano en los labios con mucha hazañería y mirando a una parte y a otra.)
Gonzalo ¿Señora?
Aldonza ¿Hay recato igual?
Gonzalo Mira, que eres mujer noble
y que está hecha la doble
del secreto natural
en él. Te lo dije; y mira
otra vez que declararse
la verdad que ha de callarse
tiene culpa de mentira.
Las verdades su costumbre
pierden, en tal novedad,
que te he dicho una verdad
y ninguna pesadumbre.
Aldonza Yo callaré; pierde el susto;
y a decillo otra vez prueba
que tan agradable nueva
aun no cabe en todo el gusto.
Dime mil veces, amigo,
esta dicha toda mía,
que aunque excedo en la alegría,
yo la disculpo conmigo.
Gonzalo El caballero, en efecto,
ya que no es comparación,
[tiene que hablar con razón
y así en mí no es defecto]:
Un obispo —y no muy lego—
advirtiendo que se hallaba
mucha gente que ignoraba
las cuatro oraciones, luego
con graves excomuniones,
dio por incurso a cualquiera
que de ocho años no supiera
todas las cuatro oraciones.
Publicado este rigor
entre los que tan severa
doctrina ignoraban, era
el señor Corregidor.
Compró una cartilla el hombre,
y con afán cada día
el Padrenuestro aprendía.
Llegó acaso un gentil hombre,
y viéndole tan suspenso,
le dijo: «¿Qué hace, vusté,
seor Corregidor?» —«No sé,
por Dios, que es trabajo inmenso
estudiar de tantos modos;
que ha dado con mil extremos
el seor obispo en que habemos
de ser teólogos todos.»
Aldonza Muy bien aplicado ha estado,
aunque largo, el cuentecillo.
Gonzalo Pues, nótome el cabestrillo;
yo soy el mal aplicado.
Aldonza ¿Tan nuevo precepto admita
no tomar?
Gonzalo ¡Qué lindo empleo
mentir! Pagado lo veo.
¡Cierto es que dije mentira!
Aldonza Muy honrado mentecato
eres.
Gonzalo Pagarme procura
callando, y ten a ventura
hallar necio tan barato.
Y adiós, que vienen. Con pena
voy de no habella agarrado.
(Vase Gonzalo.)
Aldonza ¿Hay suceso tan gustoso?
Pues no cuesta demasía;
no es inmodesta alegría
holgarme con lo dichoso.
(Sale Elvira.)
Elvira No puedo apartar de mí
aquel altivo semblante.
¡Qué hombre aquél! ¡Mal ser amante
quien se guarda tanto en sí!
¡Qué elevación! ¡Qué mesura!
¡Qué vanidad, y qué espanto!,
que aún entendimiento tanto
le embarace una ventura!
Aldonza Ya muero por ver logradas
de don Juan tantas ternezas,
que en ser mayores finezas,
querrán cobrarlo calladas.
Elvira, ¿no se me ve
que estoy contenta?
Elvira No había
advertido en tu alegría.
Aldonza Tengo infinito de qué,
y aunque somos tan amigas...
Elvira Muy prevenida te espero,
que ni preguntallo quiero,
ni quiero que me lo digas.
Y tanto, amiga, con ella,
embarazada te hallamos,
que plegue a Dios que podamos
defendernos de sabella.
(Sale una Criada.)
Criada ¡Señora! ¡Señora!
Elvira ¿Juana?
¡Qué prisa traes! ¡Qué furor!
Criada El camarero mayor
del rey...
Elvira ¡Qué necia! ¡Qué vana!
¿Lo acompañado te admira
de un hombre y lo guarnecido
de los tratos de valido,
lisonja, engaño y mentira?
Va por la calle muy vano,
muy presumido de eterno.
Todo es caudal del invierno.
Deja que llegue el verano.
Aldonza Don Juan de Ayala no es hombre
que del aplauso se engaña,
porque sólo se acompaña
de lo grande de su nombre.
Elvira ¡Muy a tu cargo has tomado
el defender a don Juan!
Criada Locas entrambas están;
que ninguna ha reparado
que está aquí don Juan de Ayala.
Don Juan de Ayala, señora,
espera en la puerta agora.
Aldonza ¿Qué dicha a mi dicha iguala?
Elvira ¿Don Juan de Ayala? ¡Con susto
oigo el nombre! ¿A qué vendrá?
Criada De parte del rey será.
Elvira No ser nada de gusto.
Criada Buena nueva te promete,
que siempre la da el privado,
y se guarda lo penado
a embajador de bonete.
Aldonza Hazle entrar; no se detenga.
Elvira Yo no sé a qué viene aquí.
Aldonza Si no lo sabes, yo sí;
y mil veces don Juan venga.
Elvira ¿Tú sabes a lo que viene?
Aldonza Sélo, y sélo de manera.
Elvira Ya es querer —¡cielos!—, que muera
de nuevo mal.
Aldonza Di que tiene
licencia y aun libertad
de entrar en todo.
Criada Yo voy.
Elvira [Aparte.] (¡Oh, qué bajamente estoy
temiendo!)
Aldonza [Aparte.] (Mi voluntad,
¡qué buen empleo te di!)
(Sale Don Juan.)
Juan [Aparte.] (Pasos de mis desvaríos,
ya, ya parecéis más míos,
que todos sois contra mí.
¡En qué trance que se halla!
¡Cuánto afán mi pecho encierra:
que es mía toda la guerra,
y para otro la batalla!)
Don Juan les hace reverencia, y ellas a él.
Aldonza [Aparte.] (¡Oh, si nos dejase Elvira!)
Elvira [Aparte.] (Todo agravia a mi memoria.)
Juan [Aparte.] (Todo es muerte y es vitoria,
cuanto huye y cuanto mira.)
(Hace que se va ella.)
Aldonza ¿Te vas, prima?
Elvira [Aparte.] (No se van
las penas que a tener vengo.)
Si ningún negocio tengo
yo con el señor don Juan,
¿qué he de hacer aquí?
Juan Esperad,
señora, que os busco a vos.
Aldonza [Aparte.] (Esto no previne, ¡ay Dios!
¡Qué cobarde voluntad!
¡Valerse de Elvira quiere,
para que me hable por él!
¡Qué injusto miedo es en él
lo que calla y lo que muere!
Quiero dejallos aquí.)
¿Elvira, prima?
Elvira ¿Qué quieres?
Aldonza Si confialle quisieres,
también se lo ofrece en mí.
(Vase Aldonza, sale el Rey al paño.)
Elvira (¿Hay confusión semejante?)
Rey [Aparte.] (Salgo a obedecer la ley.
Perdone esta vez lo rey,
que he de cumplir con lo amante.
No es acción digna de mí,
de la sangre y de la fe
desconfiar; más pues amé;
a más cosas me rendí.
¡Qué atentos los dos están!
Uno mata, y otro admira.)
Juan [Aparte.] (Ya no hay que morir, Elvira.)
Elvira...