Traducción y explicación del Salmo 41
Quemadmodum desiderat cervus, etc.
1. Como la cierva brama a los arroyos de las aguas, ansí mi alma brama a ti, Señor.
2. Sed tuvo el alma mía del Señor, del Fuerte, del Viviente. ¿Cuándo vendré y aparesceré ante las faces del Señor?
3. Fue mi lloro a mí pan de día y noche, en decirme cada día: ¿Dó es el Señor tuyo?
4. Acordéme de esto, y derramé mi alma en mí, de que anduve en compañía; anduve paso ante paso con ellos hasta la casa del Señor, en voz de alarido y de alabanza, y en estruendo de danzas.
5. ¿Por qué te encoges, por qué bramas en mí, alma mía? Espera en el Señor, que aun le agradescerá las saludes de las sus faces.
6. ¡Dios mío! Mi alma se encoge en mí, en ansí membrarme de ti en tierra del Jordán, y de Hermonim en el monte Mitzehar.
7. Un piélago vocea a otro piélago con voz de tus canales: todas tus avenidas y tus olas sobre mí han pasado.
8. Dios [habrá que] mandará Dios su misericordia, y [agora] en [esta] noche su cantar conmigo: oración [haré] a Dios de mi vida.
9. Diré a Dios: «Fortaleza mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué me trae vestido de duelo el perseguirme el enemigo?».
10. Matador [cuchillo] en mis huesos es haberme escarnecido los mis enemigos, diciéndome cada día: ¿Dó es el Dios tuyo?
11. ¿Por qué te encoges, alma mía, y por qué bramas en mí?
12. Espera en el Señor, que aun le bendeciré, diciendo: «Salud es de la mi cara, y mi Señor».
Explicación
1. Como la cierva brama a los arroyos de las aguas, ansí mi alma brama a ti, Señor.
Muchas veces en los profetas se despertaba el espíritu de lo que acaso les sucedía; como aconteció a Samuel cuando, tirándole Saúl del manto, se le rasgó, y vuelto a él de improviso, le dijo: De la misma manera apartará Dios tu reino de ti. Y ansí lleva camino, que los bramidos de los ciervos, que con sed buscaban el agua y le venían a los oídos a David en aquel desierto donde andaba, levantaron su pensamiento para que mirase más en la grandeza de su deseo; y comparando la sed de los ciervos con su fatiga, conociese y dijese que no era menor ansia la suya, por volver a la casa de Dios, que la de los ciervos por el agua.
Demás de que es natural, cuando el ánimo de alguno arde en afición, todo lo que ve y se le ofrece, traerlo a su propósito, declarando y encareciendo con ello lo que siente. El original hebreo dice en ambas partes bramará, de tiempo futuro, de que los hebreos usan algunas veces en lugar del presente.
Los arroyos. La palabra hebrea significa el agua que desciende de lo alto con ímpetu y sonido, cuales eran las que corrían por donde an daba David, que como lugares en riscados y montuosos, se despeñaban de las cumbres con estruendo, y corrían con gran ligereza.
2. Sed tuvo el alma mía del Señor, del Fuerte, del Viviente; ¿cuándo vendré y paresceré ante las faces del Señor?
Dijo que bramaba por volver a la casa de Dios dice agora de que nacía éste su bramido, y es que tenía sed de Dios, como el ciervo del agua; en lo cual muestra que su deseo es muy grande. Porque la sed, ansí como cuando se enciende en el cuerpo, pasa de deseo y es una manera de rabia que no sufre tardanza, ansí en la Sagrada Escritura, cuando se pone en el ánimo y se dice de las cosas que se apetecen y consiguen con sólo el espíritu, es encarecimiento de un deseo ardentísimo y que saca el alma de todos sus quicios. Como se puede entender de lo que dice Amós: Días vendrán, dice el Señor; enviaré hambre en la tierra; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor. Y Cristo en el Evangelio: Bienaventurados son los que tienen hambre y sed de justicia.
Dice, pues, David que deseaba incomparablemente a Dios; esto es, verse restituido de su reino, y vuelto pacíficamente al lugar y casa donde le servía y honraba. Y de muchos nombres que da a Dios la Sagrada Escritura, nómbrale en este lugar señaladamente con tres diferentes, los cuales, según la lengua original, suenan Juez, y Fuerte, y Vivo; y esto porque, según el estado en que David estaba entonces, era lo que más había menester. La justicia de Dios, para que conociese del agravio que le había hecho Absalón, su hijo, rebelándose contra él; su fortaleza, para que con ella deshiciese las fuerzas de sus contrarios, que estaban muy pujantes; y el Señor Dios vivo, y, autor y fuente de vida, para que con ella sustentase la de David, a quien por mil partes cercaba y rodeaba la muerte. Y porque al deseo grande todo se le hace tarde, y por natural concierto tras desear mucho una cosa, se sigue luego el tratar que se abrevie y se apresure el término de ella, por eso añade diciendo: ¿Cuándo iré y paresceré ante las faces del Señor? Esto es, ¿cuándo tornaré al lugar do se muestra como presente su divinidad, respondiendo a lo que se le pregunta, y haciendo y recibiendo los servicios que con cantos solemnes y con sacrificios se le hacen? El cual lugar era la casa y tabernáculo adonde estaba el arca del señor.
3. Fue mi lloro a mí pan de día y noche en decirme cada día: ¿Dó es el Señor tuyo?
Dice otra cosa: que en aquel su destierro y en el deseo que tenía de verse fuera de él, le fatigaba mucho más que el mismo deseo; y es que las gentes que le veían tan confiado de Dios y tan desamparado de él, a lo que parecía, escarneciendo de su fe como de pensamiento vano, le preguntaban qué se había hecho de su Dios, y que si era aquél el galardón que le daba por sus servicios.
Lo cual sentía el sancto Rey a par de muerte, ansí porque p