: Félix Lope de Vega y Carpio
: La buena guarda
: Linkgua
: 9788498977172
: Teatro
: 1
: CHF 2.70
:
: Dramatik
: Spanish
: 136
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La buena guarda des una comedia religiosa escrita por Félix Lope de Vega, en 1610. Se inspira en la historia de doña Clara, abadesa del convento de Ciudad-Rodrigo que colgó los hábitos y se fugó con su amante. Sin embargo, al poco de haber terminado La buena guarda, Lope modificó algunos aspectos bastante significativos de esta obra. En primer lugar, borró las referencias explícitas a la localización de la acción en Ciudad-Rodrigo, situando la trama en un lugar de Italia. En segundo, eliminó las menciones a la condición monacal de doña Clara, en un intento de desacralizar su obra, convirtiendo a la protagonista en una doncella que vive en recogimiento.

Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital. Tras su boda, y ante la imposibilidad de estar en Madrid con su esposa, es probable que Lope de Vega se alistara como voluntario, junto a su hermano Juan, en la Armada Invencible, a bordo del galeón San Juan. Tras el fracaso de la expedición, en la que su hermano perdió la vida, Lope estará sucesivamente en Cádiz, Toledo, donde se reúne con Isabel (violando la orden de destierro), y Valencia, donde se establece el matrimonio hacia 1589. Valencia era una de las principales ciudades españolas, y su actividad teatral era de las más notables; allí se relacionó con dramaturgos locales como Francisco Tárrega, Carlos Boyl, Gaspar Aguilar y Guillén deCastro. Su actividad como escritor de comedias pasó de ser un divertimento a una actividad profesional con la que sostenía a su familia y con la que iba ganando creciente fama y popularidad, algo, como se dijo antes, muy conscientemente buscado por el escritor.

Jornada segunda


(Félix y el hermano Garrizo.)

Carrizo Sin sentido me has dejado.

FélixYo te he dicho la verdad.

Carrizo¡Que sufras, Suma Bondad,

tan espantoso pecado!

Mira, Félix, que del cielo

bajarán rayos de furia

si haces tan grave injuria

a su castísimo velo.

Félix Deja aparte hipocresías,

loco, que ella me ha contado

que tú la has solicitado

con papeles estos días

de un caballero de aquí.

Carrizo¿Yo?

Félix Tú.

Carrizo Serán de su hermana.

FélixPues que contigo se allana,

ella le conoce a ti;

y abreviemos. O esta daga

te ha de pasar ese pecho

(pues si te quedas, sospecho

que mayor daño me haga),

o conmigo has de venir.

CarrizoTen la daga, que te juro

que con el alma procuro

a ti y a Clara servir.

No es mi miedo ni cumplimiento,

sino que mi propio humor

me lleva a cosas de amor

el alma y el pensamiento.

Soy retozón de mi gusto,

tierno de mi natural:

un chapín, un delantal,

me causan notable susto.

No hay cofia o cabello suelto

que no me lleve tras sí;

que vive un pimiento en mí,

en esta sotana envuelto.

En oyendo yo un cheriba,

me desato en pura miel,

porque soy tan moscatel,

que de sentido me priva.

Cuanto aquí me has visto hacer,

todo ha sido fingimiento;

que no hay centro en lo violento,

y es mi centro una mujer.

Pueden con mi corazón,

en oyéndolas hablar,

como con manteca, dar

lardo a un asado capón.

No hay almíbar que me iguale

en tratándome de amor,

porque el placer y el color

al rostro y ojos me sale.

Vaya fuera la sotana,

no haya más hipocresía;

humana condición mía,

declarad que sois humana.

Venga espada y vengan plumas,

rompan el mundo estos pies.

FélixHuelgo que por tu interés

a servirme te resumas.

Clara vistiéndose está

para el camino un vestido:

lindas joyas ha cogido:

a punto las tiene ya;

yo las mulas a la puerta

de la ciudad, que un villano

guarda.

Carrizo ¿Quién?

Félix El hortelano

desa mi heredad o huerta:

no hay más de hacer una seña.

CarrizoY yo, ¿no me he de mudar?

FélixSí; mas fuera del lugar.

CarrizoAun pienso que Félix sueña.

Félix, ¿es esto de veras?

¡Clara tan loca por ti,

que quiere salir de aquí!

¡A un ángel tan santo esperas!

¡A una mujer que por santa

la dieron este gobierno!

FélixUn amor lloroso y tierno,

Carrizo, un mármol quebranta.

Mi trabajo me ha costado;

tres veces la combatí...

mas no tratemos aquí

lo padecido y pasado,

pues dello surtió el efecto

que ves. Yo he vencido; basta.

Carrizo¿Qué mujer habrá tan casta,

donde no quepa un defecto,

si este enemigo porfía,

y el principio no remedia?

FélixTemí que fuera tragedia,

Carrizo hermano, la mía,

y hase convertido en boda.

Doy un silbo... Mira bien

si hay alguien.

Carrizo Agora, ¿quién?

Porque está la ciudad toda

envuelta en tiniebla y sueño.

(Silbe Félix, y salga doña Clara, de seglar, muy gallarda.)

Doña Clara¿Eres tú?

Félix ¿Quién puede ser?

Dame esos brazos, mujer,

esposa y eterno dueño.

Doña Clara ¡Ay, día de mi esperanza,

hoy en tus brazos cumplido!

¡Jesús! ¿Con quién has venido?

Carrizo¿No me ves?

Doña Clara ¡Qué buena lanza!

Carrizo Lanza o lanzón, cuando aquí

sales a casarte, Clara,

Carrizo sólo repara

en que se pierde por ti.

La sacristía me dan

desta casa, e imagina

que si la imagen camina,

no se queda el sacristán.

La manga voy a llevar

en aquesta procesión.

Doña ClaraYerros por amores son,

a quien dio el alma lugar.

Retiraos los dos allí,

que un poco tengo que hacer.

FélixPresto, que deben de ser

las doce.

Doña Clara ¿Las doce?

Félix Sí.

(Retírense los dos, y ella diga:)

Doña Clara ¡Virgen, que estáis sobre esta puerta santa,

por donde salgo a tanta desventura,

engañada de amor con fuerza tanta,

que no repara el alma en mi locura;

vara de Araón, divina, fértil planta,

que distes al Criador, siendo criatura,

por cuyo fruto os echan bendiciones

las más fieras y bárbaras naciones;

hermosa Virgen, cándida cortina

de aquel Sol de justicia soberano;

Raquel del gran Jacob, Ester divina,

salud eterna del linaje humano,

preciosa piedra imán, que al Norte inclina,

que nos enseña siempre vuestra mano,

yo rompo la palabra que había dado

a vuestro Hijo y a mi Esposo amado!

Con lágrimas lo digo, Virgen bella:

adúltera soy ya; yo soy perdida;

que un ciego amor me arroja y atropella,

y una pasión en vano resistida.

¡Qué vergüenza que tengo, clara estrella,

divina fuente de la eterna vida,

de alzar mis feos ojos a miraros,

siendo los vuestros más que el cielo claros!

Mas ya el demonio, envuelto en mi flaqueza,

a desesperación tan grande incita

mi loca y femenil naturaleza,

que a matarme o salir me solicita.

Por vuestra intacta virginal pureza,

entre todas santísima y bendita,

María celestial, Madre piadosa,

os pido hagáis por mí sola una cosa.

No sé cómo me atrevo, cuando intento

tan gran maldad; pero por ser tan justo

lo que os suplico, tengo atrevimiento,

que no lo hiciera yo si fuera injusto;

y es que, pues yo, con loco pensamiento,

llevada de la infamia de mi gusto,

voy a perderme en tanto vituperio,

quedéis en guarda deste monasterio.

Aquí tuve el gobierno, y voy perdida;

guardad estas ovejas, Virgen santa,

pues su pastora, con infame huida,

las deja al lobo, que el ganado espanta.

No se pierda ninguna, aborrecida

de mi maldad, ni caiga en la garganta

del hambriento león, a ejemplo mío.

¡Guardaldas, Virgen; que de vos las fío!

Carrizo Paréceme que llora.

Félix No lo entiendo.

¿Si se arrepiente ya?

Doña Clara ¡Virgen hermosa,

y vos, Esposo mío, aunque os ofendo,

y el hombre pierdo aquí de vuestra esposa,

guardad estas ovejas!

Félix ¿Si temiendo

la justicia del cielo rigurosa,

no se atreve a partir?

Carrizo Eso sospecho.

Llega, y esfuerza su medroso...