: Barbara Cartland
: Receta para un Corazón
: Barbara Cartland EBooks ltd
: 9781782133148
: 1
: CHF 1.30
:
: Historische Romane und Erzählungen
: Spanish
: 198
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Manella se horroriza cuando su Tío, el Conde de Avondale, le dice que debe casarse con el anciano Duque de Dunster. Al amanecer, acompañada de su perro favorito Flash y su amado caballo Heron huye en busca de una nueva vida. Al llegar a una pequeña aldea, se entera de la crisis que afrontan en el Castillo del Condado de Buckingdon - necesitan una cocinera- por lo que asumiendo una falsa identidad ella toma el puesto. Como salva al Marqués de Buckingdon de una situación peligrosa y como su falsa identidad amenaza destruir su felicidad, es relatado en esta emocionante novela de Barbara Cartland. Publicado originalmente bajo el Título de: -.................... porHarlequin Ibérica S.A. -Receta para un Corazónpor Harmex S.A. de C.V.

Barbara Cartland, quien  nos dejó en Mayo del 2000 a la grandiosa edad de noventaiocho años, permanece como una de las novelistas románticas más famosa. Con ventas mundiales de más de un billón de libros, sus sobresalientes 723 títulos han sido publicados en  treintaiseis idiomas,  disponibles así para  todos los lectores que disfrutan del romance en el mundo. Escribió su primer libro 'El Rompecabeza' a la edad de 21 años, convirtiéndose desde su inicio en un éxito de librería. Basada en este éxito inicial, empezó a escribir continuamente a lo largo de toda su vida, logrando éxitos de librería durante 76 sorprendentes años. Además de la legión de seguidores de sus libros en el Reino Unido y en Europa, sus libros han sido inmensamente populares en los Estados Unidos de Norte América. En 1976, Barbara Cartland alcanzó el logro nunca antes alcanzado de mantener dos de sus títulos  como números 1 y 2 en la prestigiosa lista de Exitos de Librería  de B. Dalton A pesar de ser frecuentemente conocida como la 'Reina del Romance', Barbara Cartland también escribió varias biografías históricas, seis autobiografías y numerosas obras de teatro así como libros sobre la vida, el amor, la salud y la gastronomía. Llegó a ser conocida como una de las más populares personalidades de las  comunicaciones y vestida con el color rosa como su sello de identificación, Barbara habló en radio y en televisión sobre temas sociales y políticos al igual que en muchas presentaciones personales. En 1991, se le concedió el honor de Dama de la Orden del Imperio Británico por su contribución a la literatura y por su trabajo en causas a favor de la humanidad y de los más necesitados. Conocida por su belleza, estilo y vitalidad, Barbara Cartland se convirtió en una leyenda durante su vida. Mejor recordada por sus maravillosas novelas románticas y amada por millones de lectores a través el mundo, sus libros permanecen atesorando a sus héroes valientes, a sus valerosas heroínas y a los  valores tradiciones. Pero por sobre todo, es la , primordial creencia de Barbara Cartland en el valor positivo del amor para ayudar, curar y mejorar la calidad de vida de todos que la convierte en un ser verdaderamente único.

Receta para un Corazón

Capítulo 2


EL sol comenzaba a asomarse por el horizonte cuando Manella saltó de la cama.

Apenas había dormido unas pocas horas, puesto que había estado repasando en su mente lo que se proponía hacer.

Se vistió muy rápidamente, pues ya la noche anterior había dejado preparada la ropa que se pondría.

Por otra parte, la que pensaba llevar consigo la había envuelto en una estola. Eligió tres de sus vestidos más sencillos, que esperaba no se arrugaran demasiado y que le durasen todo el verano.

Por el momento, no había pensado en lo que podría ocurrir durante el invierno.

Había escogido un vestido más grueso para montar. Si cabalgaba a través del campo era probable que no se encontrara con nadie.

Llevaría consigo también dos pares de zapatos que cabrían en las bolsas de la montura, así como otros varios objetos pequeños que sabía iba a necesitar.

Igualmente, la noche anterior, cuando ya era tarde y pensaba que su tío se encontraba dormido, había bajado a la armería en busca de una de las pistolas de duelo de su padre.

No era tan tonta como para no darse cuenta de que podría ser atacada por los salteadores. Llevaría muy pocas cosas de valor consigo, aunque sin duda montaría aHeron. Muchas veces, había oído decir que los salteadores solían tomar los caballos de valor de las personas a las que asaltaban.

Porúltimo, necesitaría algo de dinero.

Allí estaban las joyas de su madre, que no eran muy valiosas. Se trataban de las que su padre le regaló, yél siempre se sintió mal por no haberle podido obsequiar piezas mejores.

El anillo de compromiso de su madre era de diamantes y también había un collar de brillantes que solía utilizar en ocasiones especiales. Las piedras no eran ni muy grandes ni muy ?nas. Pero si las vendía, podrían proporcionarle suficiente dinero como para vivir uno o dos meses.

Lo que tenia , era nada en efectivo.

Sólo le quedaban algunas monedas de las previstas para el mantenimiento de la casa. Había permanecido despierta, pensando en qué hacer. Entonces, recordó que su tío le había entregado varias monedas a la Señora Bell, la cocinera.

Aquello no era el sueldo que se le debía, sino dinero para comprar lo que su tío había denominado como una comida decente para Lord Lambourne.

–He enviado un sirviente para pedirle a Su Señoría que venga a comer– informó–. Pienso servirle una botella de mi mejor vino y quiero que usted prepare una comida adecuada y no la porquería que me sirvió anoche y esta mañana.

Manella pensó que su tío fue muy injusto, pues la Señora Bell hizo todo lo que pudo para servirles una buena comida sin gastar más de lo necesario.

Había visto cómo la Señora se sonrojaba, pero se mantuvo en silencio, y su tío dijo con agresividad,

–¡Compre una pierna de cordero y algo de queso que no parezca bueno sólo para las ratas!

Hizo una pausa antes de añadir,

–Creo que será mejor que tengamos algo de fruta. Unas fresas estarían bien, pero supongo que tendrá que adquirirlas también.

Su tío salió de la cocina cuando terminó de hablar.

Manella advirtió que la Señora Bell murmuraba algo entre dientes.

–Lo siento, Señora Bell– le dijo ella con cariño–. Mi tío Herbert no tiene derecho a hablarle así.

–Yo he hecho todo lo que he podido, Señorita, y usted lo sabe– repuso la Señora Bell–. Sin embargo, no puedo fabricar ladrillos si no tengo paja, yésa es la verdad.

–Por supuesto que sí– a?rmó Manella a manera de consuelo-, mas todos sabemos cómo es el Tío Herbert.

Suspiró antes de continuar,

–Supongo que ahora, como consecuencia de haber adquirido el título de Conde, ha podido pedir prestado dinero, cosa que no podía hacer antes.

Hablaba más para sí , que para la Señora Bell, si bien la anciana manifestó,

–Le he oído decir al criado de Su Señoría que tiene deudas enormes. No obstante, les ha prometido a todos los acreedores que les pagará dentro de un mes.

Mariella miró con sorpresa a la Señora Bell.

–¿Cómo es eso posible?– preguntó.

–El criado no lo sabe, aunque dice que piensa que tiene algo que ver con una boda.

Manella se tambaleó. Sabía muy bien de que boda se trataba. Tal y como se lo había imaginado, su tío pensaba presionar al Duque una vez que ella se casara conél.

Se iba a comportar de la misma forma a como lo había hecho con su padre. Su tío solía amenazarlo con el peligro de un escándalo que perjudicaría a toda la familia.

Manella supo que ahora pensaba aplicar los mismos métodos con el Duque. Por supuesto queéste no admitiría un escándalo que envolviera a su propia esposa.

Manella entró en la cocina, pues sabía donde guardaba la Señora Bell el dinero de la casa. Era en una lata en lo alto de un mueble. Cuando le quitó la tapa, encontró que, tal y como suponía, allí había dos monedas de oro. También encontró bastante cambio. Lo tomó todo, dejando junto a la lata una nota que le había escrito a su tío.

Quería que la Señora Bell la encontrara allí, antes de que descubriera que faltaba el dinero. La nota era breve y pensaba que, por el momento, evitaría que su tío comprendiera que había escapado.

Le había escrito lo siguiente,

 

Querido Tío Herbert:

Anoche, después de que te fueras a la dormir, recibí un mensaje de una de mis amigas, invitándome para ir a quedarme con ella y asistir a una fiesta mañana por la noche.

Como deseo asistir, voy a cabalgar en Heron, hasta allí. También me llevo a Flash. Quizá Lord Lambourne se sienta decepcionado, pero espero que tú sepas entretenerlo. Además,él puede venir otro día.

Como necesito algo de dinero, he tomado lo que le entregaste a la Señora Bell para la comida, por lo que no debes culparla si tienes que darle algo más para lo que tu requieras.

Regresaré pronto, aunque todo depende de cuánto tiempo dure la fiesta.

Tu sobrina,

Manella.

 

Decidió no meter la carta en un sobre para que la Señora Bell pudiera leerla. Luego, subió a su habitación con el dinero en su bolsa, así como con la pistola de su padre.

Pensaba que aquello le garantizaría dosó tres días hasta desaparecer. Para entonces tendría que procurar, que a su tío le fuera imposible encontrarla.

Pero sintió miedo cuando bajó las escaleras conFlash a su lado. Ella siempre había vivido en aquella casa, donde nació, y creció con sus padres, los cuales podían protegerla, Ahora se encaminaba hacia un mundo desconocido sobre el que no sabía nada.

Si tenía que regresar derrotada, se tendría que enfrentar no sólo a la ira de su tío, sino también al Matrimonio con el Duque.

"¡Tengo que teneréxito, debo tenerlo", pensó mientras salía por una puerta lateral en dirección a las caballerizas.

Manella sabía que Glover no se encontraría allí a aquellas horas y laúnica persona que lo ayudaba era su hijo de dieciseis años, el cual se encontraría conél en su cabaña.

Sin embargo, había un palafrenero nuevo que su tío había traído consigo desde Londres.

Manella apenas si lo había visto, mas le pareció un hombre de poca personalidad. Tenía que averiguar dónde dormía. Se preguntó si sabría que su tío pensaba vender aHeron. Si así era, entonces quizá protestara si ella sacaba el caballo.

En el patio, todo estaba en calma.

Y en las caballerizas loúnico que se escuchaba era el ruido que hacían los caballos al moverse