: Barbara Cartland
: Viaje al Amor
: Barbara Cartland EBooks ltd
: 9781782133520
: 1
: CHF 2.60
:
: Historische Romane und Erzählungen
: Spanish
: 245
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB

Alecia Stanbrook, hija de un escritor muy pobre, acepta la petición de su Prima, Charis Langley, que se haga pasar por ella durante una visita a su tutor, quien es General del Ejército Británico de Ocupación, en Francia.
Alecia es una bella provinciana muy tímida a quien no le agrada hacer nada fuera de lo común, sin embargo, al ofrecerle su prima una generosa suma, acepta, sabedora que con ese dinero evitará que su Padre y ella se mueran de hambre.
Como Alecia viaja a Francia, donde conoce al Tutor de Charis, Lord Kiniston, y al famoso Duque de Wellington sin sospechar ni por un momento el giro dramático que tomarían los acontecimientos, es relatado en esta emocionante novela de Barbara Cartland.
-Viaje al Amor por Harlequín Española S.A.
-El Amor Todo lo Vence por Harmex S.A. de C.V.

Capítulo 2


ESTABA llegando aEl Dragón Verde, en el camino a Dover, cuando Alicia comenzó a pensar que había perdido la razón.¿Cómo había dejado que Charis la convenciera para sustituirla no sólo ante su tutor, sino también ante muchas otras personas que sin duda conocería en Cambrai?

Estuvo a punto de ordenar que el elegante carruaje de viaje que le había proporcionado Charis se diera la vuelta y la llevara de regreso a su casa.

Sin embargo, por cariño a su prima no podía hacer algo tan cruel como impedir que se casara con el hombre que amaba.

En Londres, Charis le había hablado una y otra vez acerca de lo maravilloso que era Harry Turnbury, y cuando Alicia lo conoció comprendió porqué su prima estaba tan enamorada.

Harry no era sólo un hombre muy guapo y encantador, sino también muy inteligente y con las cualidades necesarias para ser un buen marido.

La manera como le expresó su gratitud y la forma en que miraba a Charis, reveló a Alicia cuanto deseaba saber.

A partir de entonces, dejó de protestar por cualquier cosa que Charis le sugiriera.

Sorprendentemente, su prima lo tenía todo planeado de manera muy hábil y lógica; seguramente lo había hecho bajo la guía de Harry, mas aquello era algo de lo que hubiera sido incapaz un año antes.

?Todo está arreglado, querida? le aseguró Charis?. Le he enviado a la esposa del Mayor, la señora Belton, una nota en la cual le pido perdón por no haber ido personalmente a saludarla y le explico que ello se debió a que he estado muy ocupada haciendo mi equipaje y preparándome para la visita a mi tutor. Asimismo, le hago saber que como iré al campo para despedirme de unos parientes, será mejor que nos encontremos enEl Dragón Verde, una posada, situada a un kilómetro en el camino de Dover.

ComoEl Dragón Verde estaba mucho más cerca de la casa de Alicia, esto hizo que el viaje fuera muy fácil para ella, sobre todo con los magníficos caballos que Charis le había proporcionado.

En Londres, Charis le había provisto de un vestuario que la dejó estupefacta. No sólo le compró un buen número de vestidos que podían ser terminados en el breve plazo de que disponían, sino que también le regaló numerosas prendas de su propio guardarropa, que le quedaban bien a Alicia y además la favorecían mucho.

?Mi ajuar de bodas será todo nuevo? le explicó Charis?. Si puedo costearlo,¿por qué no?

Abrazo a su prima mientras hablaba y añadió:

?Si rechazas algo de lo que te doy, me sentiré ofendida.

?En realidad estoy tranquilizando mi conciencia por no haberme ocupado antes de ti.

?Fui muy feliz hasta que murió mamá? suspiró Alicia y me encantaba saber de tuséxitos y que todos admiraban tu belleza.

?Tú eres tan bonita como yo? afirmó Charis?.¡Esperemos que el Ejército de Ocupación se dé cuenta de ello!

Alicia rió.

?¡Ciento cincuenta mil hombres!? exclamó?. Me parece que es pedir demasiado.

?Por mí te puedes quedar con todos, incluyendo al Duque de Wellington? bromeó Charis?, siempre y cuando a mí me dejes a Harry.

La suavidad de su voz y la mirada de sus ojos indicaron a Alicia lo mucho que amaba al Vizconde.

Por la noche, antes de acostarse, rezó para que Charis fuera muy feliz y nunca se desilusionara.

Aun en su pequeña aldea, había escuchado rumores acerca de cómo los caballeros elegantes de Londres festejaban a una dama un día para aburrirse de ella al siguiente.

Le hablaban mucho de los despiadados que eran aquellos hombres, y ella siempre había temido que Charis, siendo tan bella y acaudalada, terminara casándose con un hombre que la querría no por sí misma, sino por su posición y su dinero.

Pero al conocer a Harry Turnbury comprendió queél también estaba profundamente enamorado de su prima, así que resolvió ayudarlos, costara lo que costase.

Cuando el coche entró en el patio deEl Dragón Verde, Alicia sentía las manos heladas y como si cientos de mariposas revolotearan dentro de su pecho.

Por lo menos, pensó para tranquilizarse, tenía el consuelo de que su Padre estaría bien cuidado durante su ausencia.

Cuando fue a visitar a la señora Milden, comprendió cuán tonta había sido al no invitarla para que siguiera frecuentando la casa tal y como lo hacía antes de la muerte de su madre. De esa manera le habría proporcionado a su padre una compañía muy diferente a la que ella podía darle.

La señora Milden era una mujer tranquila, bonita, y con cierta cultura pues, por su timidez, pasaba gran parte del tiempo recluida y leyendo.

La cordialidad mostrada por la señora Milden cuando saludó a Alicia y la atención con que la escuchó, demostró a la joven que no sólo entendía cuál era el problema, sino que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa que fuera necesaria.

?Papá se siente muy triste desde que enviudó? le explicó Alicia a manera de confidencia?, y aunque a veces parece ignorar mi presencia mientras escribe sus libros, yo sé que detesta comer solo y necesita que alguien le aliente.

?¿Y qué sugieres que haga?? preguntó la señora Milden, un tanto desconcertada.

?Pues se me ha ocurrido que si usted come a diario con papá yél cena con usted, eso facilitaría mucho las cosas a Bessy, porque a ella le resulta difícil preparar dos comidas al día. Además, caminar