: Barbara Cartland
: La Venganza es Dulce
: Barbara Cartland EBooks ltd
: 9781782133865
: 1
: CHF 1.30
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: Historische Romane und Erzählungen
: Spanish
: 198
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Parecía un milagro caído del cielo, Valessa Chester, adorable, sola y sin dinero, sería espléndidamente recompensada por su interpretación en una charada durante una fiesta, una broma inofensiva al arrogante y seguro de sí Marqués de Wyndonbury.... Pero para su horror... descubrió haber sido el instrumento involuntario de la venganza de una mujer despechada! Ahora, la bella e inocente Valessa era la novia no deseada del magnífico Marqués, el hombre que se adueñó de su corazón para siempre en un sueño de amor tan inalcanzable como las distantes estrellas allá en lo alto....

Barbara Cartland, quien  nos dejó en Mayo del 2000 a la grandiosa edad de noventaiocho años, permanece como una de las novelistas románticas más famosa. Con ventas mundiales de más de un billón de libros, sus sobresalientes 723 títulos han sido publicados en  treintaiseis idiomas,  disponibles así para  todos los lectores que disfrutan del romance en el mundo. Escribió su primer libro 'El Rompecabeza' a la edad de 21 años, convirtiéndose desde su inicio en un éxito de librería. Basada en este éxito inicial, empezó a escribir continuamente a lo largo de toda su vida, logrando éxitos de librería durante 76 sorprendentes años. Además de la legión de seguidores de sus libros en el Reino Unido y en Europa, sus libros han sido inmensamente populares en los Estados Unidos de Norte América. En 1976, Barbara Cartland alcanzó el logro nunca antes alcanzado de mantener dos de sus títulos  como números 1 y 2 en la prestigiosa lista de Exitos de Librería  de B. Dalton A pesar de ser frecuentemente conocida como la 'Reina del Romance', Barbara Cartland también escribió varias biografías históricas, seis autobiografías y numerosas obras de teatro así como libros sobre la vida, el amor, la salud y la gastronomía. Llegó a ser conocida como una de las más populares personalidades de las  comunicaciones y vestida con el color rosa como su sello de identificación, Barbara habló en radio y en televisión sobre temas sociales y políticos al igual que en muchas presentaciones personales. En 1991, se le concedió el honor de Dama de la Orden del Imperio Británico por su contribución a la literatura y por su trabajo en causas a favor de la humanidad y de los más necesitados. Conocida por su belleza, estilo y vitalidad, Barbara Cartland se convirtió en una leyenda durante su vida. Mejor recordada por sus maravillosas novelas románticas y amada por millones de lectores a través el mundo, sus libros permanecen atesorando a sus héroes valientes, a sus valerosas heroínas y a los  valores tradiciones. Pero por sobre todo, es la , primordial creencia de Barbara Cartland en el valor positivo del amor para ayudar, curar y mejorar la calidad de vida de todos que la convierte en un ser verdaderamente único.

Capítulo 1
1836


VALESSA permaneció de pie mirando por la ventana. Era un día cálido para ser finales de noviembre y el sol brillaba. Había helado un poco durante la noche, pero no lo suficiente para que fuera necesario suspender la cacería.

Losárboles presentaban un relajante tono dorado y las hojas que caían formaban a su alrededor una alfombra del mismo color.

"Es un día agradable para morir", se dijo Valessa.

Sintió un súbito impulso de continuar con vida después de todo, pero comprendió que era imposible.

No podía seguir como estaba y comprendió que aquel súbito deseo de vivir se debía solamente a que había comido algo.

Cuando el día anterior había decidido que no le quedaba más remedio que morir, pensó que, al menos, disfrutaría de un buen desayuno.

De lo contrario, no tendría fuerzas suficientes para llegar hasta el rio o, si lo hacía, para arrojarse aél.

Así que había cambiado laúltima sábana que le quedaba, con excepción de la que usaba, por dos huevos.

Por una funda de almohada bordada por su madre había recibido tres rebanadas de pan y un poco de mantequilla.

Había decidido que primero se vestiría y después bajaría a la cocina para comerse lo que, para ella, sería un banquete.

Pero al despertar, tenía tanta hambre que había bajado en camisón y se había comido los huevos y el pan tostado pensando que era la comida más deliciosa que jamás había probado.

No tenía nada más que agua para beber, sin embargo, decidió calentarla.

Loúnico que podía conseguir gratis eran las ramas caídas de losárboles que crecían alrededor de la casa.

Gracias a ellas, había conseguido tener fuego en su habitación y en la cocina.

Durante toda la noche ardía el de su dormitorio.

Por la mañana encendía el de la cocina con una brasa del otro. El calor del fuego había sido, pensó, loúnico que la había mantenido viva.

Había tenido cada vez menos que comer hasta que se dio cuenta de que no le quedaba nada que vender.

A menos que deseara morir lentamente de inanición, sería mejor que terminara con su vida en el río.

Apenas parecía posible que todo hubiera sucedido tan rápido y que la casa que había sido su hogar fuera ahora como una concha vacía.

No había nada en las habitaciones más que las señales dejadas por los cuadros que alguna vea habían decorado las paredes.

Los trozos de alfombra que había en el suelo estaban demasiado viejos para que alguien deseara llevárselos.

Alguna vez había sido un lugar lleno de risas y felicidad.

Al recordarlo, pensó que ningún hombre podía haber sido más apuesto y atractivo que su padre.

Sin embargo, supuso queél tenía la culpa de todo lo sucedido. Todo había empezado mucho antes de que ella naciera, cuando Charles Chester había regañado con su padre.

–¡No voy a ingresar en el ejército!– había declarado–.¡Me has tratado como si fuera un recluta desde que era niño!¡Voy a disfrutar de la vida y a conocer el mundo!

–Si no haces lo que te digo, te dejaré sin un centavo– le había gritado su padre.

Sin embargo, Charles estaba decidido a hacer lo que deseaba. Huyó de su hogar dos días después, llevándose todo el dinero en efectivo que pudo encontrar.

También se había llevado, y eso era más serio, a la hija de un vecino, Elizabeth a quien había cortejado en secreto durante más de un año.

No tenía nada que ofrecerle y hablarle de su amor al padre de ella, comprendió, sería una pérdida de tiempo.

Por lo tanto, comunicó a Elizabeth que se iba, pero cuando la besó, ella comprendió que nada le importaba, si no lo tenía aél. Se fugaron sin pensar en las consecuencias.

El padre de Elizabeth había dado su aprobación para que se comprometiera con un hombre de gran importancia social, que era mucho mayor que ella.

La boda se llevaría a cabo dos semanas después.

Cuando Elizabeth se fugó, por instrucciones de Charles, se llevó con ella todas las joyas que había heredado de su madre y las que había recibido como regalo de boda.

–Lo mismo nos colgarán por poco que por mucho– había dicho Charles–, y si intentan cogernos, lo cual dudo mucho, no lo conseguirán porque nos encontraremos en alta mar.

–¿Dónde vamos?– preguntó Elizabeth.

–En lo que a mí respecta, al paraíso– respondióél–, pero en realidad, he pensado que primero debemos visitar Egipto y conocer las pirámides.

Elizabeth loúnico que deseaba era estar conél.

Al marcharse no les importó la reacción de sus padres ni pensaron en las exclamaciones escandalizadas de sus otros familiares. La verdad era que su posición económica era bastante desahogada. La madre de Elizabeth le había dejado dinero además de las joyas.

Eso les proporcionó una renta de trescientas libras al año y les permitió viajar a un buen número de lugares lejanos y extraños. Sólo poco antes de que Valessa naciera, regresaron a Inglaterra. No intentaron ponerse en contacto con sus familiares, que, de todas maneras, no les hubieran dirigido la palabra.

Charles encontró una casita en Leicestershire que pudo comprar. Elizabeth la convirtió en un lugar muy cómodo y después de que Valessa naciera permanecieron en ella cerca de dos años.

Entonces Charles empezó a sentirse inquieto y de nuevo iniciaron sus viajes, llevándose con ellos a su hija.

Antes de que tuviera edad suficiente para comprender lo que sucedía, Valessa era feliz montada en un camello o escalando una montaña, cuya cima deseaba alcanzar su padre.

También había viajado por ríos infestados de cocodrilos y explorando partes de Africa.

Se había acostumbrado a comer cosas raras, a dormir en una tienda de campaña y, a veces, hasta en una cueva.

Cuando volvían a Inglaterra, criaban caballos que ella había aprendido a montar tan bien como su padre.

Con ellos,él se vio obligado a llenar su vida cuando Elizabeth cayó enferma y no pudo viajar fuera de Inglaterra.

Había contraído varias fiebres tropicales desconocidas para los médicos y ahora le resultaba imposible hacer más que ocuparse de su esposo e hija.

Fue una suerte, desde el punto de vista de Charles, que conforme crecía Valessa pudiera ayudarle.

Con el tiempo llegó a entrenar los caballos que ella domaba casi tan bien comoél lo hacía. Los caballos se convertirían en suúnica fuente de ingresos cuando Elizabeth murió súbitamente mientras dormía.

A Valessa le costó mucho hacerse a la idea.

Además, después de la muerte de Elizabeth todo empezó a salirles mal.

Muy pronto Valessa comprendió que fue un error la forma en que su abuela hizo su testamento.

Su padre recibió el control del capital y tardó tres años, en gastar hasta elúltimo centavo. Primero lo gastó en los caballos, yendo a comprarlos a Tattersall en lugar de a las ferias locales como hacía antes. Luego se aficionó al juego debido, pensó Valessa, a que se sentía muy solo.

Había dos mansiones en las cercanías donde tenía amistades. A ella no la presentó, y, sin duda, su madre no las habría aceptado.

Eran hombres bebedores, rudos, que disfrutaban jugando a las cartas con fuertes apuestas.

Era ya demasiado tarde para hacer algo cuando Valessa, que apenas había llegado a la edad de dieciocho años, descubrió que su padre no sólo no tenía dinero, sino una gran cantidad de deudas. Entonces empezaron a vender todo lo que había en la casa.

Fue una agonía para Valessa ver primero el bonito espejo de marco dorado que tanto quería su madre, desco