: Barbara Cartland
: El Marqués se Enamora
: Barbara Cartland EBooks ltd
: 9781782132691
: 1
: CHF 1.30
:
: Historische Romane und Erzählungen
: Spanish
: 198
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Esmé Blanc se las había ingeniado para casarse interesadamente con Lord Seabrooke; pero no le sirvió de nada porque, a su muerte, el aristócrata legó cuanto tenía a su única hija, Daniela. Sin embargo, Esmé no estaba dispuesta a resignarse y convirtió a Daniela prácticamente en su cautiva, exigiéndole además continuas y cuantiosas sumas de dinero. En tal angustiosa situación, Daniela hubo de recurrir al Marqués de Crowle, quien, pese a su dureza de corazón, decidió ayudarla. Como iniciaron juntos una desesperada huída de Esmé, que estaba dispuesta a todo para conseguir sus fines y como finalmente la huérfana encuentra la felicidad, se relata en esta interesante novela de Barbara Cartland *Originalmente publicada bajo el título de: -El Marques se Enamora por HARLEQUIN IBERICA S.A. -El Marqués se Enamora porHarmex, S.A. de C.V.

Barbara Cartland, quien  nos dejó en Mayo del 2000 a la grandiosa edad de noventaiocho años, permanece como una de las novelistas románticas más famosa. Con ventas mundiales de más de un billón de libros, sus sobresalientes 723 títulos han sido publicados en  treintaiseis idiomas,  disponibles así para  todos los lectores que disfrutan del romance en el mundo. Escribió su primer libro 'El Rompecabeza' a la edad de 21 años, convirtiéndose desde su inicio en un éxito de librería. Basada en este éxito inicial, empezó a escribir continuamente a lo largo de toda su vida, logrando éxitos de librería durante 76 sorprendentes años. Además de la legión de seguidores de sus libros en el Reino Unido y en Europa, sus libros han sido inmensamente populares en los Estados Unidos de Norte América. En 1976, Barbara Cartland alcanzó el logro nunca antes alcanzado de mantener dos de sus títulos  como números 1 y 2 en la prestigiosa lista de Exitos de Librería  de B. Dalton A pesar de ser frecuentemente conocida como la 'Reina del Romance', Barbara Cartland también escribió varias biografías históricas, seis autobiografías y numerosas obras de teatro así como libros sobre la vida, el amor, la salud y la gastronomía. Llegó a ser conocida como una de las más populares personalidades de las  comunicaciones y vestida con el color rosa como su sello de identificación, Barbara habló en radio y en televisión sobre temas sociales y políticos al igual que en muchas presentaciones personales. En 1991, se le concedió el honor de Dama de la Orden del Imperio Británico por su contribución a la literatura y por su trabajo en causas a favor de la humanidad y de los más necesitados. Conocida por su belleza, estilo y vitalidad, Barbara Cartland se convirtió en una leyenda durante su vida. Mejor recordada por sus maravillosas novelas románticas y amada por millones de lectores a través el mundo, sus libros permanecen atesorando a sus héroes valientes, a sus valerosas heroínas y a los  valores tradiciones. Pero por sobre todo, es la , primordial creencia de Barbara Cartland en el valor positivo del amor para ayudar, curar y mejorar la calidad de vida de todos que la convierte en un ser verdaderamente único.

Capítulo 2


¿UN DUELO?– exclamó el Marqués.

Era loúltimo que hubiera esperado de Lord Seabrooke. Mientras Daniela hablaba, había recordado que lo conoció en elJockey Club de Newmarket y lo vio luego en varias ocasiones en elClub White de Londres.

Le pareció un tranquilo caballero de edad madura, apuesto y con la apariencia, tal como lo describiera Daniela, de noble rural.

En Inglaterra estaban prohibidos los duelos, pero se llevaban a cabo secretamente. Eran más corrientes en Francia, generalmente entre los extravagantes y presuntuosos jóvenes, siempre excesivamente pasionales respecto a sus amantes.

El Marqués jamás se hubiera rebajado a tomar parte de un duelo de esa clase.

–Cuéntame lo sucedido– le pidió a la joven.

–No lo sé con exactitud… pero estoy segura de que tuvo que ver con la Señora Blanc.

Daniela contuvo un sollozo antes de proseguir diciendo:

–El oponente de Papá era un hombre famoso por haber tenido montones de duelos y salir siempre triunfante.

–¡Y su padre resultó muerto!– murmuró el Marqués.

Aquello era algo que sucedía pocas veces. Por lo general, lo peor que podía esperar un hombre al participar en un duelo era un disparo en un brazo, que no le produciría mas que una fiebre alta y, desde luego, la molestia de tener que llevar el brazo en cabestrillo durante las dos o tres semanas siguientes.

–Me llevó cierto tiempo– añadió Daniela en voz muy baja– descubrir lo que ocurrió. Finalmente me enteré de que el ayuda de cámara de Papá, que le era muy fiel, había estado presente. Cuando el Juez terminó de contar hasta diez, los duelistas se dieron la vuelta– Papá– disparó al aire.

El Marqués miró asombrado a la joven.

–Si aquel gesto había sido deliberado, entonces la intención de Lord Seabrooke era morir

–La bala alcanzó a mi padre en el pecho… cerca del corazón. Lo llevaron a casa y… murió aquella misma noche.

Con una entereza que al Marqués le pareció admirable, Daniela se limpió los ojos y continuó,

–Cuando me dijeron lo que había sucedido… no podía creer que Papá se hubiera ido… dejándome.

–La comprendo– murmuró el Marqués.

–La propia Madre Superiora me llevó a París… y sé que, al conocer a mi madrastra, no le gustó.

El Marqués pensó que no era de extrañar, mas no lo dijo.

–¿Se quedó usted en la casa o regresó al internado?– preguntó.

–Deseaba quedarme al lado de papá… y rezar para que se reuniera finalmente con Mamá– dijo Daniela con sencillez–, pero mi madrastra insistió en que regresara con la Madre Superiora.

El Marqués pensó que, al menos, aquella había sido una decisión sensata de la Señora Blanc.

–Pero supongo que su padre fue sepultado en Inglaterra– dijo–.¿Por qué no volvió usted allí para el funeral?

–Es lo que voy a explicarle– respondió Daniela. En efecto, yo pretendía volver a Inglaterra, pero antes que se hicieran las gestiones precisas, mi madrastra envió mensaje al Convento de que debía ir a París porque los Abogados de Papá habían llegado de Londres.

El Marqués se dio cuenta de que, al contar todo esto, para Daniela era como si lo estuviera viviendo nuevamente. Vestida de luto con la ropa que la Madre Superiora le había comprado, llegó a París acompañada por la Hermana Teresa, una de las Monjas del Convento.

Su madrastra las recibió, vestida de negro también, pero de un modo muy diferente. Era evidente que el traje de Esmé Seabrooke lo había diseñado alguno de los famosos modistos franceses y no sólo era muy elegante, sino que no daba la impresión de luto. Con el rostro maquillado y cubierta de joyas, más parecía una actriz que una viuda reciente.

Despachó a la Hermana Teresa de una forma que a Daniela le pareció muy descortés, diciéndole que esperara en un saloncito, y condujo a su hijastra al Salón Principal.

–Escucha, Daniela– dijo–, los Abogados de tu padre llegaron anoche a París y vendrán hoy a informarnos del contenido de su testamento. No debe sorprenderte que, en cuanto nos casamos, me encargara de que tu padre hiciese nuevo Testamento en el cual me tratara generosamente, como esposa suya que era.

Daniela levantó la barbilla y respondió,

–Estoy segura de que Papá hizo lo más justo y correcto.

–¡Sin duda tenía que ser justo conmigo!– replicó su madrastra con tono cortante–. Al fin y al cabo, un hombre debe proveer bien a su esposa. Además, yo le dije con exactitud lo que esperaba.

Daniela adivinó que estaba resentida con ella porque, como hija de su padre, debiera recibir parte del dinero, cuando lo deseaba todo para sí.

Una pregunta aterradora acudió a su mente.¿Habría convencido a su padre para que hiciese un testamento en el que ella no estuviera incluida?

Después de haberlo obligado a casarse con ella bajo los efectos de la droga,¿habría provocado deliberadamente el duelo en que murió su padre?

Daniela estaba segura de que si esto no era así, se le parecía mucho. Pero como no podía probarlo, carecía de objeto dar un escándalo.

Sólo podía esperar que su padre le hubiera legado suficiente dinero para no tener que vivir a expensas de su madrastra.

Ya había decidido, de acuerdo con la Madre Superiora, que al terminar el curso, regresaría a Inglaterra para vivir con sus familiares.

La Madre Superiora le había dicho incluso,

–Si, cuando vayas al funeral, querida niña, te piden que te quedes, creo que sería mejor para ti no volver. Daniela pareció un poco sorprendida y la Madre Superiora le explicó,

–Sé que tus Abuelos viven y estoy segura de que si hablas con ellos, opinarán que es mejor que permanezcas en casa con los tuyos.

Daniela se dio cuenta de que lo decía por lo mucho que desaprobaba a su madrastra. La verdad era que temía cualquier contacto que pudiera tener con Lady Seabrooke, lo que podía suceder si continuaba en el internado.

–Hablaré con mi abuela cuando llegue a Inglaterra, Reverenda Madre– respondió Daniela–. Supongo que el funeral de papá se realizará dentro de unos días.

–Estoy segura de que los Abogados de Su Señoría lo arreglarán todo y puedes ponerte en sus manos– dijo la Madre Superiora.

Durante el trayecto a París, Daniela llevaba la esperanza de que su madrastra pusiera algún pretexto para no ir a Inglaterra. Se imaginaba lo escandalizados que quedarían sus familiares al conocerla. Estaba claro, por la forma en que su madrastra le hablaba, que pretendía apoderarse de todo el dinero que pudiera de la fortuna de su padre, y ellaúnicamente podía rezar para que no lo lograra.

Cuando llegaron los Abogados ingleses, dos caballeros de edad, Daniela recordó que ya los conocía. Ellos la saludaron con respeto y, según le pareció, miraron con sorpresa a su madrastra.

–Lamentamos mucho saber la muerte de su padre– le dijo el Señor Meadowfield, que era el mayor de los Abogados–. Sólo puedo expresarle mis más sinceras condolencias y las de mi socio.

–Gracias– murmuró Daniela.

–Les pedí que vin