: José Paulino Ayuso
: Drama sin escenario Literatura dramática de Galdós a Valle-Inclán
: Ediciones Antígona
: 9788415906391
: 1
: CHF 8.90
:
: Essays, Feuilleton, Literaturkritik, Interviews
: Spanish
: 335
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Los capítulos de Drama sin escenario contienen tres aspectos útiles a los lectores. En primer lugar, presentan los títulos, datos y secuencia de escritura o representación de los textos de cada uno de los dramaturgos estudiados: Galdós, Ganivet, Unamuno, Azorín, los Machado, Valle-Inclán, Gómez de la Serna... En segundo lugar, recoge la crítica que, en su momento y posteriormente, se ha ejercido sobre sus obras, aunque expuesta de manera sintética, apoyándose y remitiendo a una bibliografía selecta, especializada y presentada al final del volumen. En tercer lugar, se incluyen algunas reflexiones o valoraciones que intentan servir de clave para interpretar el sentido o interés de esa producción individual. En todo esto hay mucho de resumen y síntesis y bastante de la propia investigación del autor recogida anteriormente en algunas publicaciones parciales.

José Paulino Ayuso (Valencia, 22 de septiembre de 1945 - Madrid, 29 de mayo de 2013) se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid con una tesis sobre León Felipe. Fue Catedrático de la Facultad de Filología de esa misma universidad desde 2010, director del Departamento de Literatura Española y encabezó el grupo de investigación 'Temas y géneros de la literatura española en la Edad de Plata y su proyección'. Especialista en la poesía y el teatro del siglo XX, publicó estudios sobre Leopoldo Panero, Juan Larrea, Unamuno, Ramón Gómez de la Serna o Buero Vallejo.

José Paulino o la misión del universitario


 

La muerte de un compañero universitario, con quien se ha convivido durante muchos años, destapa inevitablemente la caja cada vez más atiborrada de los recuerdos; digamos que, en general, la destapa para bien, porque la memoria se va haciendo selectiva con el paso del tiempo y tiende a quedarse con lo mejor que nos deparó la cercanía de las personas, dejando atrás discrepancias anecdóticas, desencuentros accidentales, es decir, todo lo más olvidable e insignificante. Es lo que me ha ocurrido a mí desde que la infatigable Peregrina se llevó un alba de esta destemplada primavera a José Paulino Ayuso (Valencia, 1945-Madrid, 2013).

Aun cuando pertenecíamos a generaciones diferentes, casi entramos a la par en el Departamento de Literatura Española de la Universidad Complutense:él, como profesor ayudante vinculado a la cátedra de don Francisco Ynduráin; yo en calidad de lo mismo pero en la de don Francisco López Estrada, los dos don Pacos, como cariñosamente los llamábamos entonces, tan distintos pero tan iguales en algo tan esencial y a menudo tan insólito hoy en elámbito universitario: el señorío, la caballerosidad, la elegancia, la palabra siempre justa y comedida…

La primera imagen que tengo de Pepe Paulino va unida al espacio de trabajo que compartíamos a fines de los años 70: el ala izquierda de la planta octava del edificio B de Filosofía, antes Facultad de Económicas y ahora de Geografía e Historia. Lugar un tanto destartalado e incómodo, como el edificio mismo, siempre amenazado de ruina, era compartido por todos los profesores del Departamento, con independencia de su categoría académica y con la sola excepción de los dos catedráticos mencionados, que ocupaban sendos despachos a uno y otro lado de ese espacio común, como si entre los dos formaran una suerte de paréntesis para protegernos con su magisterio y su autoridad.

La incomodidad del recinto, su falta de privacidad tenían, no obstante, su lado ventajoso pues nos obligaban a estar cerca unos de otros y así conocernos mejor, bien que las conversaciones constantes que se sucedían nos distrajesen más de la cuenta de nuestras labores. Diré ya—perdóneseme la malicia— que aquel palabrerío delataba a veces en público la supina ignorancia de alguna colega no muy leída, que un día nos confesaba perpleja su extrañeza porque los estudiantes no habían acudido a su clase al haber preferido asistir a la conferencia de cierto escritor famoso, un tal Sabato o Sábado o Sábato, vaya usted a saber…

Pepe era de natural reservado; tanto, que yo tardé mucho tiempo en enterarme de que era miembro de la Compañía de Jesús. Al cabo de los años tampoco supe que había colgado los hábitos, por utilizar la expresión tradicional en estos casos pero que en el suyo era improcedente pues Pepe siempre iba vestido de seglar. Lo que sí sabía es que estaba terminando su tesis doctoral sobre la obra literaria de León Felipe (la presentó en 1979), y que era un gran apasionado de la poesía contemporánea. Por eso, cuando Carlos Alberto Montaner, director de la editorial Playor, me confió la dirección de una obra colectiva titulada Lectura crítica de la literatura española, le pedí que se hiciera cargo del volumen correspondiente a la poesía a partir de 1939. De aquella colección, que tenía una pretensión fundamentalmente didáctica y en la que colaboraron muchos júniores que hoy en día son catedráticos (Aullón de Haro, Canet, Sirera, Rubio Tovar, Checa Cremades, Pérez Bazo, Rubio Jiménez…), creo sinceramente que el libro de Paulino, en rigor el primero suyo si dejamos a un lado la tesis mencionada, es de los que mejor ha resistido la prueba del tiempo.

La poesía fue, en efecto, fundamental, en su itinerario investigador, con León Felipe como eje en torno al cual giraba su quehacer principal: un poeta del exilio, antifranquista, pero de perfil muy espiritual, como denotaban los títulos de algunos de sus libros, así los Versos y oraciones del caminante que Pepe editó en 1979, oGanarás la luz, de 1982… Más tarde publicó una Antología poética de este mismo autor en Círculo de Lectores (1998) y, por fin, en 2004 culminó su dedicación al poeta de Tábara con la edición de las Obras completas, qué mayor homenaje puede hacer un crítico al poeta de sus desvelos que compilar todos sus escritos para la posteridad.

Pero no fue este elúnico poeta que le interesó. También en 2004 editó la Obra poética completa, de Rafael Morales; del querido poeta Morales, el poeta del toro, que fue compañero nuestro en el Departamento y que era la bonhomía personificada. (Es este de la bondad un aspecto que no cuenta ni para los quinquenios ni para los sexenios, pero que quienes nos vamos haciendo mayores cada vez valoramos más). Dos años después se ocupó de otro poeta de la posguerra, Leopoldo Panero, con motivo de una edición de bibliófilo de Escrito a cada instante. Con el estudio que la precede, titulado La poesía vinculante de Leopoldo Panero—una variación sobre el concepto de«poesía arraigada» que el gran Dámaso Alonso puso en juego—, Paulino contribuyó a la necesaria reivindicación del poeta astorgano, tan maltratado por el cainismo y la estulticia que tanto nos caracterizan a los celtíberos y de los que no se libra ni la lírica más metafísica. En el cincuentenario de su muerte (2012) le invité a colaborar en el número especial de la revista Astorica, al que Pepe contribuyó con un artículo titulado «Escrito a cada instante en su contexto». Es un lúcido ensayo que se cierra con una frase que resume extraordinariamente y yo diría que casi de un modo heideggeriano el mundo poético de Panero:«Se trata, en este libro, de la constitución del ser viviendo en la palabra». Nada más y nada menos.

Otros poetas que merecieron su atención son Antonio Machado, Pedro Salinas, Juan Larrea, Tomás Segovia, Blas de Otero, Claudio Rodríguez,Ángel González, José Hierro, Pablo García Baena, Diego Jesús Jiménez, Antonio Colinas, Elena Martín Vivaldi… Quiere ello decir que apenas hubo resquicio de la lírica contemporánea en que no penetrara su ojo crítico. De ahí el gran valor que tiene su Antología de la poesía española del siglo xx, uno de los proyectos en que puso mayor esmero y hasta pasión personal, como lo demuestran las dedicatorias: la del primer volumen va dirigida a la memoria de su padre, y la del segundo, a sus hijos Elena y Carlos.

>El sentimiento religioso impregna buena parte de la producción crítica de José Paulino. Un rápido vistazo al listado de sus publicaciones revela la frecuencia con que enél apa