: Jostein Gaarder
: El mundo de Sofía Novela sobre la historia de la filosofía
: Ediciones Siruela
: 9788498415384
: Las Tres Edades / Biblioteca Gaarder
: 1
: CHF 8.70
:
: Kinderbücher bis 11 Jahre
: Spanish
: 584
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
EL LIBRO QUE HA ENSEÑADO A PENSAR A TODA UNA GENERACIÓN Esta extraordinaria obra de divulgación que se ha convertido ya en una obra de culto aporta una coherente visión de conjunto sobre aquellos aspectos imprescindibles para comprender la historia de la filosofía occidental. El mundo de Sofía tiene el mérito de haber conjugado, acertadamente, rigor y amenidad en una narración donde una joven irá conociendo su propia identidad mientras descubre la capacidad humana de hacer preguntas.

Jostein Gaarder (Oslo, 1952) fue profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en un instituto de Bergen durante diez años. En 1986 empezó a publicar libros, y en 1990 recibió el Premio de la Crítica y el Premio literario del Ministerio de Cultura noruegos por su novela El misterio del solitario (Siruela, 1995). Pero fue El mundo de Sofía (Siruela, 1994) la obra que se convirtió en un auténtico best-seller mundial e hizo de su autor una celebridad internacional. Gaarder creó la Fundación Sofía, cuyo premio anual dotó económicamente a la mejor labor innovadora a favor del medioambiente y el desarrollo.

Un ser extraño


Aquí estoy de nuevo. Como ves, este curso de filosofía llegará en pequeñas dosis. He aquí unos comentarios más de introducción.

¿Dije ya que loúnico que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro? Si no lo dije, lo digo ahora: LOÚNICO QUE NECESITAMOS PARA SER BUENOS FILÓSOFOS ES LA CAPACIDAD DE ASOMBRO.

Todos los niños pequeños tienen esa capacidad. No faltaría más. Tras unos cuantos meses, salen a una realidad totalmente nueva. Pero conforme van creciendo, esa capacidad de asombro parece ir disminuyendo.¿A qué se debe?¿Conoce Sofía Amundsen la respuesta a esta pregunta?

Veamos: si un recién nacido pudiera hablar, seguramente diría algo de ese extraño mundo al que ha llegado. Porque, aunque el niño no sabe hablar, vemos cómo señala las cosas de su alrededor y cómo intenta agarrar con curiosidad las cosas de la habitación.

Cuando empieza a hablar, el niño se para y grita«guau, guau» cada vez que ve un perro. Vemos cómo da saltos en su cochecito, agitando los brazos y gritando«guau, guau, guau, guau». Los que ya tenemos algunos años a lo mejor nos sentimos un poco agobiados por el entusiasmo del niño.«Sí, sí, es un guau, guau», decimos, muy conocedores del mundo,«tienes que estarte quietecito en el coche». No sentimos el mismo entusiasmo. Hemos visto perros antes.

Quizás se repita este episodio de gran entusiasmo unas doscientas veces, antes de que el niño pueda ver pasar un perro sin perder los estribos. O un elefante o un hipopótamo. Pero antes de que el niño haya aprendido a hablar bien, y mucho antes de que aprenda a pensar filosóficamente, el mundo se ha convertido paraél en algo habitual.

¡Una pena, digo yo!

Lo que a mí me preocupa es que tú seas de los que toman el mundo como algo asentado, querida Sofía. Para asegurarnos, vamos a hacer un par de experimentos mentales, antes de iniciar el curso de filosofía propiamente.

Imagínate que un día estás de paseo por el bosque. De pronto descubres una pequeña nave espacial en el sendero delante de ti. De la nave espacial sale un pequeño marciano que se queda parado, mirándote fijamente.

¿Qué habrías pensado tú en un caso así? Bueno, eso no importa,¿pero se te ha ocurrido alguna vez pensar que tú misma eres una marciana?

Es cierto que no es muy probable que te vayas a topar con un ser de otro planeta. Ni siquiera sabemos si hay vida en otros planetas. Pero puede ocurrir que te topes contigo misma. Puede que de pronto un día te detengas, y te veas de una manera completamente nueva. Quizás ocurra precisamente durante un paseo por el bosque.

Soy un ser extraño, pensarás. Soy un animal misterioso.

Es como si te despertaras de un larguísimo sueño, como la Bella Durmiente.¿Quién soy?, te preguntarás. Sabes que gateas por un planeta en el universo.¿Pero qué es el universo?

Si llegas a descubrirte a ti misma de ese modo, habrás descubierto algo igual de misterioso que aquel marciano que mencionamos hace un momento. No sólo has visto un ser del espacio, sino que sientes desde dentro que tú misma eres un ser tan misterioso como aquél.

¿Me sigues todavía, Sofía? Hagamos otro experimento mental.

Una mañana, la madre, el padre y el pequeño Tomás, de dos o tres años, están sentados en la cocina desayunando. La madre se levanta de la mesa y va hacia la encimera, y entonces el padre empieza, de repente, a flotar bajo el techo, mientras Tomás se le queda mirando.

¿Qué crees que dice Tomás en ese momento? Quizás señale a su papá y diga:«¡Papá está volando!».

Tomás se sorprendería, naturalmente, pero se sorprende muy a menudo. Papá hace tantas cosas curiosas que un pequeño vuelo por encima de la mesa del desayuno no cambia mucho las cosas para Tomás. Su papá se afeita cada día con una extraña maquinilla, otras veces trepa hasta el tejado para girar la antena de la tele, o mete la cabeza en el motor de un coche y la saca negra.

Ahora le toca a mamá. Ha oído lo que acaba de decir Tomás y se vuelve decididamente.¿Cómo reaccionará ella ante el espectáculo del padre volando libremente por encima de la mesa de la cocina?

Se le cae instantáneamente el frasco de mermelada al suelo y grita de espanto. Puede que necesite tratamiento médico cuando papá haya descendido nuevamente a su silla. (¡Debería saber que hay que estar sentado cuando se desayuna!)

¿Por qué crees que son tan distintas las reacciones de Tomás y las de su madre?

Tiene que ver con el hábito. (¡Toma nota de esto!) La madre ha aprendido que los seres humanos no saben volar. Tomás no lo ha aprendido.Él sigue dudando de lo que se puede y no se puede hacer en este mundo.

¿Pero y el propio mundo, Sofía?¿Crees que este mundo puede flotar?¡También este mundo está volando libremente!

Lo triste es que no sólo nos habituamos a la ley de la gravedad conforme vamos haciéndonos mayores. Al mismo tiempo, nos habituamos al mundo tal y como es.

Es como si durante el crecimiento perdiéramos la capacidad de dejarnos sorprender por el mundo. En ese caso, perdemos algo esencial, algo que los filósofos intentan volver a despertar en nosotros. Porque hay algo dentro de nosotros mismos que nos dice que la vida en sí es un gran enigma. Es algo que hemos sentido incluso mucho antes de aprender a pensarlo.

Puntualizo: aunque las cuestiones filosóficas conciernen a todo el mundo, no todo el mundo se convierte en filósofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida queda relegado a un segundo plano. (Se adentran en la piel del conejo, se acomodan y se quedan allí para el resto de su vida.)

Para los niños, el mundo—y todo lo que hay enél— es algo nuevo, algo que provoca su asombro. No es así para todos los adultos. La mayor parte de los adultos ve el mundo como algo muy normal.

Precisamente en este punto los filósofos constituyen una honrosa excepción. Un filósofo jamás ha sabido habituarse del todo al mundo. Paraél o ella, el mundo sigue siendo algo desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso. Por lo tan